viernes, 6 de enero de 2017

De amor, pareja, familia y tribu

Vengo caminando desde casa de mi hermana donde hemos celebrado la comida de Reyes. En mi familia, nos juntamos para todo. Nochebuena, Navidad, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes. Si a eso sumamos que el cumpleaños de mi madre es en diciembre y el de mi padre en enero, pasamos dos meses completos de comilona en comilona.

Puede parecer que esto que comento es lo normal, sin embargo, cada vez me encuentro con más gente que celebra esas comidas festivas (o al menos alguna de ellas) en pareja, en familia corta (solo padres e hijos) o incluso en soledad.

Es lo normal y parece que es hacia lo que vamos. De hecho, nosotros cada vez somos menos y parece que esa tendencia va a consolidarse. Antes parecía obligado el tener que juntarte en estas fechas aunque no te apeteciera (este no es mi caso, a mí me sigue apeteciendo), pero mucha gente que apenas tiene relación durante el año con su familia, opina que es una soberana estupidez tener que comer con quien ni siquiera tienes ganas de hacerlo y prefiere reservarse esos días para sí mismo o para los más cercanos.

A mi modo de ver, las relaciones familiares han cambiado mucho en los últimos años. El trabajo, las prisas, las grandes ciudades, hacen que la familia se vea reducida a la mínima expresión, es decir, padres e hijos, padre e hijo, madre e hijo, pareja. Los hogares españoles cada vez están formados por menos miembros. No sólo eso, sino que hemos dejado de conocer a nuestros vecinos, a la tendera de ultramarinos de la esquina, al carnicero o al dueño del bar de abajo, es decir, a la tribu.

Cuando yo era cría, a veces bajábamos a la tienda de debajo de casa y nos llevábamos cualquier cosa con el único pago de "ya viene luego mi madre", y esto cada vez pasa menos. Así, quitando las relaciones que tenemos en el trabajo, poco nos queda además de la pareja y eso es un problema.

Es un problema porque ponemos todos los huevos en la misma cesta y le hacemos (a la pareja) el o la responsable única de nuestra felicidad ya que nuestros horizontes son cada vez más cortos. Eso es injusto para el otro y además es imposible de lograr, lo que se traduce en dos cosas: la primera, el aumento de los divorcios, que ya van por el 50% de las parejas. Es evidente que a altas expectativas, más dura será la caída. La segunda, la cantidad de parejas, que llevan muchos años como dice un buen amigo, odiándose cordialmente.

Todo esto viene a que volviendo de casa de mi hermana me he tropezado con una, dos y hasta tres parejas de ese tipo, en las que ves que ya no queda amor, por el odio con el que se miran y por las palabras que se dicen llenas de una falta de respeto que no le tienes por ejemplo a tus amigos.


Aclaración: Que conste que todo esto no está basado en ningún estudio estadístico, son solo mis pensamientos y así los comparto. Feliz día de reyes.

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