Aburrida, curioseando por la red, me encuentro numerosas interpretaciones de la canción "Peces de Ciudad", y realmente, no me identifico con ninguna. Seguramente, no me identificaría tampoco con la interpretación que me pudiera dar el mismísimo Sabina, ni tampoco con lo que sintió Ana Belén cuando la grabó.
¿Por qué ese empeño en intentar explicar lo inexplicable? ¿Por qué esa lucha acerca de si es mejor la versión que hizo Ana Belén o la original cantada por Joaquín?
Ni siquiera el mismísimo Pancho Varona, dio una interpretación de ella, cuando contó como nació la canción en su blog.
Y es que, no hace falta. La canción es bella, cantada por Joaquín, por Ana Belén, hasta cantada por mí. Es una canción que remueve sentimientos, a cada uno los suyos, no caben interpretaciones intentando explicar lo que el genio de Úbeda quiso decir. A cada uno le dirá una cosa, y seguro que ninguno acertamos. Porque no hay que acertar, sólo hay que dejarse llevar.
Mis "Peces de Ciudad" hablan de miedos, de alegrías y de Raul. De mis niños, de mis ilusiones y de mis fracasos. Mis "Peces de Ciudad", hablan de robos frustrados, de tabaco y de un río. Mis "Peces de Ciudad" hablan de proyectos, de recuerdos y de internet. Mis "Peces de Ciudad" hablan de ti, de mí, de atreverse, de esconderse. Mis "Peces de Ciudad" hablan de un micro conectado a un portátil, del Band in a Box, y de muchas ganas de tener ganas.
Mis "Peces de Ciudad" son muy míos, y no quiero que me los expliquen.
Sólo sé que no sé nada. Ignoro las motivaciones de la gente, desconozco lo que va a pasar. Solo estoy segura de una cosa, de mí misma.
lunes, 24 de marzo de 2008
jueves, 20 de marzo de 2008
miércoles, 12 de marzo de 2008
Paranoias de una tímida exhibicionista
Creo que ya lo he dicho alguna vez. Se llamaba (se llama), Jordi, éramos amigos y cada vez que yo le decía: "Jordi, si yo soy muy sencilla", él me respondía: "Ana, ¿De verdad te lo crees?
Me acuerdo mucho de esa frase, porque con el pasar de los años, he descubierto cúanta verdad había en ella.
Soy una tímida exhibicionista, ¿cómo se explica eso? Pues no lo sé, ni yo misma lo entiendo. No tengo vergüenza para hacer lo que a la mayoría de la gente le cuesta muchísimo. Mi mejor nota en la carrera la saqué en una asignatura que no tenía nada que ver con la informática. Hablar en público, se llamaba. Soy capaz de disertar ante un grupo enorme de personas sin que me tiemble la voz, ni las manos. Sin equivocarme en una sola coma. No me pongo nerviosa. Soy capaz de subirme a un escenario en una sala con 900 personas (como en bikini), y sentirme como pez en el agua. Sin un atisbo de timidez. Sin miedo, segura de mi misma. Soy capaz de dar clases a niños y adultos con seguridad. Soy capaz de desnudarme en el blog.
Pero..., madreeee, en las distancias cortas. No me digas que te ha gustado lo que he hecho. Miraré hacia otro lado. No me halagues. No me digas que te gusto, que me muero de vergüenza. ¿Por qué soy así? Pues no lo sé. Supongo que es difícil admitir los halagos cuando existe una inseguridad de fondo.
En el fondo, creo que esta entrada sirve para admitir que me conozco, y así, puedo llevarlo mejor. Qué difícil es a veces escribir sobre uno mismo, me queda mucho aún por decir, pero de momento me lo reservo, no quiero quedarme sin material para otras entradas.
Me acuerdo mucho de esa frase, porque con el pasar de los años, he descubierto cúanta verdad había en ella.
Soy una tímida exhibicionista, ¿cómo se explica eso? Pues no lo sé, ni yo misma lo entiendo. No tengo vergüenza para hacer lo que a la mayoría de la gente le cuesta muchísimo. Mi mejor nota en la carrera la saqué en una asignatura que no tenía nada que ver con la informática. Hablar en público, se llamaba. Soy capaz de disertar ante un grupo enorme de personas sin que me tiemble la voz, ni las manos. Sin equivocarme en una sola coma. No me pongo nerviosa. Soy capaz de subirme a un escenario en una sala con 900 personas (como en bikini), y sentirme como pez en el agua. Sin un atisbo de timidez. Sin miedo, segura de mi misma. Soy capaz de dar clases a niños y adultos con seguridad. Soy capaz de desnudarme en el blog.
Pero..., madreeee, en las distancias cortas. No me digas que te ha gustado lo que he hecho. Miraré hacia otro lado. No me halagues. No me digas que te gusto, que me muero de vergüenza. ¿Por qué soy así? Pues no lo sé. Supongo que es difícil admitir los halagos cuando existe una inseguridad de fondo.
En el fondo, creo que esta entrada sirve para admitir que me conozco, y así, puedo llevarlo mejor. Qué difícil es a veces escribir sobre uno mismo, me queda mucho aún por decir, pero de momento me lo reservo, no quiero quedarme sin material para otras entradas.
martes, 11 de marzo de 2008
A vueltas con el árabe..., y con el miedo
No sé si es herencia del Isalmismo radical, hoy 11 de Marzo más patente si cabe que otros días, el caso es que hay un follón en el cole de narices.
La comunidad árabe, ha solicitado un aula para dar clases de árabe en el cole, y un grupo de padres ha puesto el grito en el cielo. Y lo malo, es que no puedo decir que no les entiendo.
Se supone que es para integrar a los niños árabes, cuantos más niños sepan el idioma, más fácil tendrán mezclarse con otros niños, sin embargo parece poco probable que los niños españoles (o chinos, o peruanos, o de donde sean), estén dispuestos a acudir a esas clases. Bueno, los niños no, sus padres.
Así las cosas, un grupo de madres, piensa que esas clases se van a convertir en un gueto que va a hacer que los niños árabes estén más aislados, y eso les da miedo.
Yo no lo sé, no tengo la respuesta. Me parece bien que se den esas clases, pero también entiendo la postura de esas madres, que están solicitando un aula para música clásica o para catequesis y no está concedida.
Es un tema complicado..., o no. Quizás sólo es un tema de miedo a lo desconocido. El tiempo lo dirá...
La comunidad árabe, ha solicitado un aula para dar clases de árabe en el cole, y un grupo de padres ha puesto el grito en el cielo. Y lo malo, es que no puedo decir que no les entiendo.
Se supone que es para integrar a los niños árabes, cuantos más niños sepan el idioma, más fácil tendrán mezclarse con otros niños, sin embargo parece poco probable que los niños españoles (o chinos, o peruanos, o de donde sean), estén dispuestos a acudir a esas clases. Bueno, los niños no, sus padres.
Así las cosas, un grupo de madres, piensa que esas clases se van a convertir en un gueto que va a hacer que los niños árabes estén más aislados, y eso les da miedo.
Yo no lo sé, no tengo la respuesta. Me parece bien que se den esas clases, pero también entiendo la postura de esas madres, que están solicitando un aula para música clásica o para catequesis y no está concedida.
Es un tema complicado..., o no. Quizás sólo es un tema de miedo a lo desconocido. El tiempo lo dirá...
jueves, 6 de marzo de 2008
El poder de la televisión
Ya casi no pongo la tele. Un poquito comiendo y un poquito cenando. Todo lo demás que sale en mi pantalla son dibujos animados, para los niños. Seleccionados y no violentos, que ya hay suficiente violencia por ahí.
Aún así, me doy cuenta del poder que ejerce sobre nosotros la televisión, gracias fundamentalmente a David.
David tiene 4 años y medio, y mucha más claridad de ideas que muchos adultos. Así, se queja de que los anuncios siempre le están diciendo lo que tiene que hacer.
Me viene y me dice: Mamaaa!! es que me han dicho en la tele que tengo que ir allí, o comprar esto o hacer lo otro, y yo sólo tengo 4 años y no puedoooo. Yo me parto con él, le explico que no hay que hacerle caso a la tele, que son anuncios para que compres pero que no se crea nada de lo que sale en la pantalla. Él me mira aliviado, pero de vez en cuando me sorprende diciendo: Yo cuando tenga treinta y tantos años (los que diga), cuidaré mi colesterol.
Y juro que no pongo la tele, practicamente nada, pero los niños son esponjas, lo que me lleva a pensar que aunque creamos que no, a nosotros también nos influye, nos llega el mensaje, pero no tenemos su claridad o su valentía para reconocerla.
Ahora que estamos en campaña electoral, tengo más cuidado todavía, no sea que los mensajes pillen a mi mente desprevenida y no sea ya ni capaz de pensar sin ayuda de la caja tonta.
Aún así, me doy cuenta del poder que ejerce sobre nosotros la televisión, gracias fundamentalmente a David.
David tiene 4 años y medio, y mucha más claridad de ideas que muchos adultos. Así, se queja de que los anuncios siempre le están diciendo lo que tiene que hacer.
Me viene y me dice: Mamaaa!! es que me han dicho en la tele que tengo que ir allí, o comprar esto o hacer lo otro, y yo sólo tengo 4 años y no puedoooo. Yo me parto con él, le explico que no hay que hacerle caso a la tele, que son anuncios para que compres pero que no se crea nada de lo que sale en la pantalla. Él me mira aliviado, pero de vez en cuando me sorprende diciendo: Yo cuando tenga treinta y tantos años (los que diga), cuidaré mi colesterol.
Y juro que no pongo la tele, practicamente nada, pero los niños son esponjas, lo que me lleva a pensar que aunque creamos que no, a nosotros también nos influye, nos llega el mensaje, pero no tenemos su claridad o su valentía para reconocerla.
Ahora que estamos en campaña electoral, tengo más cuidado todavía, no sea que los mensajes pillen a mi mente desprevenida y no sea ya ni capaz de pensar sin ayuda de la caja tonta.
lunes, 3 de marzo de 2008
Inteligencia vs Impulsividad
No recuerdo qué película era, era una chorrada quizás por eso no la recuerdo, pero hablaba de que la humanidad se iba volviendo cada vez más estúpida. ¿Por qué? Pues porque las personas con un alto cociente intelectual, hacían que prevaleciera su carrera profesional, y su bienestar personal, a su familia, y sobre todo tener hijos, así que, los nuevos nacidos serían hijos de personas con un cociente intelectual normalillo tirando a bajo, con lo cual su CI estaría más o menos en los mismos niveles.
Así, estos niños, tendrían hijos, más tontos cada vez, hasta que la humanidad se volvía lo suficientemente estúpida como para regar los campos con una bebida isotónica en lugar de con agua. Vamos, una chorrada de película.
El caso es que me ha hecho pensar acerca de quién gana, si la inteligencia o la impulsividad, y he llegado a una conclusión, y es que la película es una soberana tontería, porque en la vida real, siempre o casi siempre gana la impulsividad.
La impulsividad se asocia a tres conceptos:
1.- Actúar sin pensar. Con lo cual, si no piensas, mal puedes usar tu inteligencia. Gana impulsividad.
2.- Velocidad en la respuesta. Que levante la mano el que no ha dicho algo que no quisiera por ir demasiado deprisa, o el que no le haya dado a enviar en un mail demasiado rápido después de escribirlo.
3.- Impaciencia. Cuando tienes ganas de algo, tienes ganas de algo ya, es imposible pensar.
Afortunadamente gana la impulsividad (no siempre pero si muchas veces), si no, muchos sentimientos se irían al traste, como la sorpresa, la vergüenza, o la alegría desbordada.
Sean, sean impulsivos. No pasa nada por equivocarse. También se aprende, y eso contribuye a que seamos más inteligentes.
Así, estos niños, tendrían hijos, más tontos cada vez, hasta que la humanidad se volvía lo suficientemente estúpida como para regar los campos con una bebida isotónica en lugar de con agua. Vamos, una chorrada de película.
El caso es que me ha hecho pensar acerca de quién gana, si la inteligencia o la impulsividad, y he llegado a una conclusión, y es que la película es una soberana tontería, porque en la vida real, siempre o casi siempre gana la impulsividad.
La impulsividad se asocia a tres conceptos:
1.- Actúar sin pensar. Con lo cual, si no piensas, mal puedes usar tu inteligencia. Gana impulsividad.
2.- Velocidad en la respuesta. Que levante la mano el que no ha dicho algo que no quisiera por ir demasiado deprisa, o el que no le haya dado a enviar en un mail demasiado rápido después de escribirlo.
3.- Impaciencia. Cuando tienes ganas de algo, tienes ganas de algo ya, es imposible pensar.
Afortunadamente gana la impulsividad (no siempre pero si muchas veces), si no, muchos sentimientos se irían al traste, como la sorpresa, la vergüenza, o la alegría desbordada.
Sean, sean impulsivos. No pasa nada por equivocarse. También se aprende, y eso contribuye a que seamos más inteligentes.
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