Me sorprendo haciendo oídos sordos a los consejos de la gente. He perdido el miedo a las rúbricas y a los compromisos desde que sé que ni los unos, ni los otros significan demasiado.
El final de todo está lo suficientemente lejos y a la vez lo suficientemente cerca, como para que decidamos dedicarnos solamente a respirar.
Me importa un bledo ver cortar las barbas de mi vecino, y me he apuntado a un curso on line de natación sin guardar la ropa.
He aprendido que el amor no depende del tiempo, que el cansancio es relativo y que los objetivos no tienen tanta importancia como la forma de llegar a ellos.
No es mérito suyo, sólo me ha abiertos los ojos y ahora pienso diferente.