domingo, 30 de diciembre de 2012

Puzzlecoteca

Estoy a punto de terminar un puzzle de muchas piezas. Me resisto a pensar que ya es mío, que ya lo he conseguido, porque hasta el último minuto no sabré cual es el dibujo resultante.

De momento tiene un poco de todo, algunas luces y algunas sombras, y ya hace tiempo que he decidido no hacer balance acerca de qué es lo que predomina, porque este puzzle no significa nada por si sólo, sino que es parte de una completa colección que va llenando las paredes de mi casa y que puedo observar todos los días para descubrir quién soy.

Cuando los miro hay zonas en las que me cuesta fijar la vista porque me causan dolor, aunque es un dolor atenuado por el tiempo y la distancia. Otras zonas de los puzzles me provocan cierta nostalgia, otras me ayudan a aprender y todas, absolutamente todas son parte de mí.

No quiero analizar el puzzle que terminaré mañana (ojalá),  es demasiado pronto para poder hacerlo, y además, está encolado pieza por pieza, no puedo cambiar nada.

Pronto comenzaré el siguiente. Lo haré despacio con mimo e intentando que quede bonito. Siempre lo intento y eso es lo único importante. Como quede al final será producto de mi creatividad en parte y en parte de la suerte. Pero ese es otro tema, de momento tengo que terminar en del 2012 y colgarlo con un bonito marco en las paredes de mi memoria.


Feliz 2013.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Renaciendo




Me sorprendo haciendo oídos sordos a los consejos de la gente. He perdido el miedo a las rúbricas y a los compromisos desde que sé que ni los unos, ni los otros significan demasiado.

El final de todo está lo suficientemente lejos y a la vez lo suficientemente cerca, como para que decidamos dedicarnos solamente a respirar.

Me importa un bledo ver cortar las barbas de mi vecino, y me he apuntado a un curso on line de natación sin guardar la ropa.

He aprendido que el amor no depende del tiempo, que el cansancio es relativo y que los objetivos no tienen tanta importancia como la forma de llegar a ellos.

No es mérito suyo, sólo me ha abiertos los ojos y ahora pienso diferente.

lunes, 2 de julio de 2012

Ni lo uno, ni lo otro.

¡Otra vez la selección española campeona de Europa! ¡Me alegro! Y no me da vergüenza decirlo. A mí me ha gustado siempre el fútbol, desde que lo jugaba de pequeñita en el patio del colegio femenino al que iba, compitiendo con mis compañeras, porque todas queríamos asignarnos el mismo jugador. Bueno, todas no, mi amiga Uca elegía siempre a Butragueño, y además consumía el cacao para desayuno que él anunciaba. Mi amiga Pili y yo luchábamos por elegir a Juan Señor, y la que no lo conseguía tenía que conformarse con representar a Michel. Me siguió gustando luego, cuando animaba al equipo de mis amigos, y posteriormente al de mi novio. Mi padre jugaba en el Madera, un equipo con sede en un bar y después nos íbamos a comer chuletas al campo, porque se podía hacer fuego que siempre rodeábamos con un par de cubos de agua por si las moscas.
Luego vinieron los años gloriosos del Zaragoza, con sus copas, su recopa y su juego bonito. ¡Hasta me pintaba la cara de blanco y azul!, tenía 20 añitos y cualquier excusa era buena para irse de fiesta.

Anoche no vi el partido, vi algún ratito, y algún otro estuve leyendo en la cama un libro de Antonio Muñoz Molina que de momento tiene muy buena pinta. Ya no es lo mismo, sigue gustándome el fútbol, sobre todo si juega mi hijo, pero ya no me pongo como una loca ni salgo a la calle, ahora, si no está el peque (al que por cierto le encanta), ni lo veo. Quizá porque he aprendido que el fútbol es un juego, sólo eso, un divertimento televisivo como puede ser el Sálvame, la película de la semana, el twitter o el libro de turno.

Por eso, no logro entender por qué tenemos la manía de mezclar las churras con las merinas. El que quiera disfrutar del fútbol, que lo haga. Eso no quiere decir que sea un pasota al que no le importan una mierda los problemas actuales de esta España que se estaba quemando literalmente mientras los de la roja goleaban a los italianos. Me jode que se piense que si te gusta el fútbol es porque no has ido jamás a una manifestación para defender la escuela pública, o eres un insensible ante la imagen de una Valencia asolada por las llamas. No lo entiendo, no tiene nada que ver. Si para ser solidario ayer había que apagar el fútbol, entonces también había que cerrar los libros, los ordenadores y todo lo demás y por mucho que no logre entender los fanatismos y las manifestaciones de alegría desbordadas de la gente sobre todo a partir de determinada edad, no veo qué puede tener de malo que te guste el fútbol y que quieras disfrutar de un buen partido por televisión.

Pero si hay algo que me jode más que los que nos quieren hacer pensar que ver el fútbol es ser anti-patriota es ver a los políticos haciendo justamente lo contrario. Hacernos creer que si se gana la  Eurocopa implica que España puede salir de la crisis como ha insinuado Ana Botella me parece una tomadura de pelo mucho mayor. Algunas portadas de algunos periódicos, como la de la razón , o la de ayer de Super Deporte, son sencillamente vomitivas. Y qué decir de las declaraciones del presidente del gobierno pidiendo a la selección una alegría en estos momentos difíciles..., eso es confundir el tocino con la velocidad y además es un ejercicio de irresponsabilidad que no se debería permitir precisamente por "estos momentos difíciles". También es una barbaridad decir cosas como que el fútbol une a un país, elimina las diferencias entre las ideologías y chorradas similares. El fútbol es un deporte y cuando pasa a la gran pantalla es un espectáculo televisivo. PUNTO.

A ver señores políticos, no confundan en culo con las témporas y mucho menos se aprovechen de un deporte que está apliamente seguido para contarnos sus milongas. Porque no nos las creemos.

Así que me declaro lejos de los fanatismos, ni una cosa, ni la otra. Cada cosa tiene su importancia. No se me enfaden si disfruto del fútbol pero tampoco me hagan creer que un partido va a solucionarme la vida.

viernes, 29 de junio de 2012

Treinta y ocho


Al día siguiente se levantó con la cabeza completamente embotada, parecía como si todas las personas que la convertían en una mujer "de bien", la familia, los profesores, los jefes para los que había trabajado, se habían metido dentro a martillear contra su cráneo por haber sido mala.

Barajó diferentes posibilidades y concluyó que ninguna le servía como excusa para no ir a trabajar, se habría notado demasiado. Así que se arrastro como pudo hasta el cuarto de baño, dejó que le prepararan un café y se encendió un asqueroso cigarrillo mañanero.

Aunque la ducha fría resultó reparadora, no terminó de despertar hasta que no se montó en el coche, ya con su beydercamiseta enfundada y los ojos como platos para no atropellar a nadie, aunque, pensándolo bien, eso sí que sería una excusa para no ir al trabajo, lugar en el que iba a ser imposible apaciguar a su resacoso estómago (¿valdría esto como hipálage?).

La semana había resultado muy intensa, y el día anterior quizás no le habría dejado tanta huella si no hubiera sido porque venía precedido de otros parecidos, pero había merecido la pena: las libretas asomando de los bolsos, las conversaciones de temas que se confundían los unos con los otros porque había demasiadas cosas de las que hablar, las personas que por fin son como parecen ser, las velas que suman 38, los zapatos que se rompen, los compañeros de huevos rotos que parecen de atrezo, los micrófonos y las sonrisas.

Pero aún faltaba algo, aún no había terminado, y no sabía si tenía fuerzas para seguir. Aún así decidió no cerrar la página de experiencias, se rió de los problemas y bendijo a la cerveza, a la música y a los amigos, para colocarse unas zapatillas cómodas y seguir abusando de los antidepresivos naturales.

¡Grandes 38! Si éstos son así, ¡cómo serán los 40!, pensó mientras miraba con una amplia sonrisa cómo se cerraba de nuevo, sin ella dentro, la puerta de su casa.

martes, 19 de junio de 2012

Con los dedos dormidos


Acostumbraba a escribir desde el fondo del pozo, allí donde la oscuridad es tan profunda, que son los dedos y no los ojos, los que manejan las palabras.

En ese lugar es muy fácil, porque las manos viajan por el teclado confiadas en encontrar las letras, en unir la eme con la a sin que la vista descifre el sentimiento que realmente esconden.

Por la misma razón, jamás repasaba, jamás releía, imposible, por otra parte, ya que aunque el cerebro se acostumbra a la falta de luz, siempre queda la vergüenza, aquella que te impide ver, que no te permite hurgar en la parte más íntima de las miserias, aunque las conozcas bien, aunque sean las tuyas.

Pero la oscuridad es fría y anquilosa los dedos, que, poco a poco, se van haciendo menos ágiles, y van perdiendo su capacidad para la rima, para el adjetivo calificativo, para el sujeto, el verbo y el predicado. Y cuando ya la han perdido del todo, te das cuenta de la felicidad que te proporcionaba la escritura, descubres que el teclado era ese amigo que escucha y jamás te da consejos, porque nunca se los pides. Y entonces lo echas de menos y quieres volver a acercarte a él. Y resulta muy frustrante no saber cómo hacerlo, porque la impaciencia te impide ver que el único camino es perseverar y no perder la esperanza de volver a encontrar ese espacio en el que fluyen los sentimientos y sin embargo, apenas duelen.

lunes, 18 de junio de 2012

lunes, 11 de junio de 2012

El Ayuntamiento


El Ayuntamiento de Uncastillo, es muy bonito. Es de estilo renacentista, pero este no es un blog de arte, así que no voy a hablar de su belleza arquitectónica ni de su valor cultural, que es mucho, voy a hablar de que tiene la puerta abierta.

Al lado de la puerta principal, se coloca la imagen de la Virgen de San Cristóbal, a la que cantamos emulando a los mozos en San Fermín antes de que salga el toro de fuego. La puerta está abierta, y cuando entras, hay un precioso patio que tiene lo que yo venía a llamar de cría "suelo de panes", y ahora sé que se llama patio con solería de cantos rodados. Cuando vas con chancletas se te clava en los pies, pero queda muy bonito.

A la derecha hay una puerta desde la que accedes a un pozo. Está tapado con un cristal, pero alguna vez ha habido algún accidente. Frente a la puerta principal, dos arcos. Uno de ellos lleva a unas pequeñas escaleras, que a su vez dan a una puerta que sale a la carretera. El otro, es el inicio de unas majestuosas escaleras de piedra. Anchas y planas, por eso, alguna vez que otra, ha podido subir la vaca en las fiestas.

Si las subes llegas al primer piso. En esta planta hay unos grandes ventanales desde los que se puede divisar la plaza de la villa. Allí jugaba yo mucho de chiquitita, cuando me pasaba todo el verano en el pueblo, con mi abuela, de junio a septiembre, e íbamos al club, o al casino, o a jugar a polis y cacos a la Plaza del Mercado, o a merendar a la Fuente Nueva, o a la piscina, o al río a bañarnos antes de que hicieran la piscina y también, de vez en cuando, entrábamos al ayuntamiento. A la casa de la villa. A la casa del pueblo. Sin cita previa y sin pasar por un detector de metales.

Tengo la suerte de tener dos niños muy curiosos, y la peque, con 6 añitos, me ha pedido ir a ver el edificio ese que está en la plaza del pilar, que es donde se habla de las actividades de Zaragoza (así lo ha expresado ella, y yo no voy a cambiar ni una coma). Al intentar entrar a un bonito patio del ayuntamiento de ésta mi ciudad, una simpática - todo hay que decirlo - policía local, nos lo ha impedido argumentando que el Ayuntamiento de Zaragoza, no se puede visitar. Bueno, sí se puede, pero poco menos que hay que echar una instancia y encomendarte a San Valero y al Ángel Custodio que son los que franquean su puerta. Vamos, que o es el 29 de Enero que es el día de puertas abiertas, o eres un niño y vas en visita guiada con el cole, si es que en tu cole la programan. Y si no, pues ajo y agua, que es que este alcalde es un poco particular, nos dice ella con un susurro. - No importa, dice mi hijo mayor. - Sí, sí que importa, decimos ella y yo al unísono.

Así que nos hemos quedado con las ganas, y mientras llega el próximo 29 de Enero, siempre podemos acercarnos este verano a Uncastillo y entrar en la casa del pueblo, para poder explicarles dónde se toman las decisiones y quién ha puesto allí a esos señores que a veces se creen los dueños del mundo.

sábado, 9 de junio de 2012

Nota de cata

Llevo dos años bebiendo la misma marca de vino. Es un vino tinto, gran reserva, que a mí los vinos jóvenes me dicen muy poco. Los vinos jóvenes están bien para un menú del día, para una cena de verano o para acompañar a la gaseosa, pero para guardarlos en un lugar privilegiado de la bodega y tomarlos poco a poco, mejor los reservas.

Es un vino duro. Al principio entra muy fácil y te parece fantástico. Parece que combina con todo, da igual un pescado, una carne o una pasta, porque con todo va bien, pero poco a poco se hace un poco más complicado de tomar, porque te vas dando cuenta de que no es que combine con todo, es que tiende a enmascarar los sabores de la comida. Así que cuando llevas un tiempo tomándolo no sabes si es el más adecuado. Sabes que tienes que lidiar con él, ponerle comidas fuertes para que no sobresalga por encima de todo y a veces te dan ganas de tomarte algo más suave, algo fácil, sencillo. Al final, aprendes a apreciarlo, porque te das cuenta de que el resto de los caldos te dejan fría.

Tiene varios premios. Muchos nacionales, y alguno que otro internacional. Una, que no es tonta, sabe que el secreto de los premios es saber venderlo bien, y este vino se vende solo. Viene presentado en una bonita botella y para entenderlo hay que ser un poco raro, así que no es extraño que haya conseguido puntos y premios en las diferentes guías, pero al final, los premios no importan. Lo único que cuenta de un vino es si te gusta o no te gusta. Si eres capaz de tolerar cierta arrogancia. Si no se te sube a la cabeza con facilidad.

Podría probar con otras marcas, con otras denominaciones de origen, pero este vino me gusta. Y al final, me doy cuenta, de que yo también le daría algún premio. Pero nunca la medalla de oro, no vaya a ser que se haga muy popular y haya que luchar por encontrarlo en la estantería del supermercado.

viernes, 11 de mayo de 2012

El eccema de las niñas buenas

Parece ser que tengo dishidrosis. Después de leerme ocho mil o nueve mil páginas buscando en google, la más graciosa de todas fue una en la que se denominaba a esta enfermedad de la piel como el eccema de las niñas buenas.

¡Manda huevos! Resulta que ahora las niñas buenas tenemos que sufrir ampollitas en las manos y en los pies, que pican una barbaridad, y que de momento, y después de una semana de probatinas, no responden bien a ningún tratamiento. Al contrario, crecen, pican y se reproducen las muy cabronas.

Según san google (que en medicina tiene muy poca autoridad, dicho sea de paso), en un principio se creyó que esto tenía que ver con un problema de sudoración. No creo que sea mi caso, porque yo no sudo mucho ni cuando voy a correr, por la sencilla razón de que bebo poquísima agua (mal hecho, lo sé). Otros autores hablan de la posibilidad de una alergia al níquel (que me ha debido aparecer de repente, sin síntomas previos y en su forma más cabrona), y otros de que es una manifestación del estrés (mirusté, de eso sí que tengo).

La mamá de mateo, que es el blog donde leí lo de las chicas buenas, ha dado en el clavo, sea o no el estrés la causa de que mis manos estén así y tenga que estar constantemente rascándome con el borde de la mesa o con la pared, o con lo primero que me pille cerca.

El caso es que por si acaso, por sí fuera ésta la causa, además de las cremas de corticoides (me las estoy coleccionando, ya tengo adventán, elocon y diprogenta),  el antihistamínico de turno, y las cremas hidratantes a demanda, me estoy planteando tomar otro tipo de medidas urgentes para dejar de estar "hasta las tetas". A saber.

  • En la medida de lo posible intentar no coger el teléfono a personas cuyo único interés es tocarme las narices, y si lo cojo, olvidarme inmediatamente del tema en cuestión. A otra cosa mariposa.
  • Poner una capa de mantequilla al teléfono, para que me resbale lo que cualquier persona maleducada pueda decirme o no.
  • Dejar de poner a los demás delante de todas mis prioridades. Sí, te lo miro, te lo busco, te lo hago, pero ahora no puedo, cuando tenga tiempo. 
  • Me estoy planteando cobrar por las consultas y reparaciones de ordenadores que se apagan solos, no arrancan o hacen pitidos raros.
  • Quizá si dejo de preocuparme por el disponible de mi cuenta, se me ocurra alguna fórmula para aumentarlo.
Es una declaración de intenciones corta pero que pretendo llevar a la práctica. Hasta ahora, había algunas cosas que me tocaban las narices y me callaba, pero si me empieza a afectar a la salud, es hora de cortar por lo sano. Y me afecta, mis manos están hechas una mierda, me pican, al igual que los pies y todavía no puedo caminar sin cojear. Es hora de poner manos a la obra. Porque ser una chica buena no lleva a ninguna parte, porque estoy cansada de quejarme y no poner remedio y porque de vez en cuando es bueno sacar las uñas y dejar de reprimir la agresividad. Eso sí, primero, un poquito de corticoide.

miércoles, 25 de abril de 2012

Círculos viciosos

Almudena tiene 72 años. A su edad y con un amago de infarto sufrido hace unos años, tiene que tomar algunas pastillas al día. Poca cosa: la del colesterol, la de la coagulación, una para controlar el azúcar y un par más. Según su renta, serán unos 18 euros al mes. No parece mucho, pero entre eso, el miedo que le han metido y que su hija se ha quedado en el paro y quiere ayudarla para que saque adelante a sus dos churumbeles, ha decidido ir a la peluquería sólo una vez al mes en lugar de una vez por semana que iba hasta ahora. Por si las moscas.

La peluquería a la que acudía semanalmente Almudena, está regentada por Gloria, una cuarentona muy bien conservada que se gana la vida dejando a las señoras guapísimas una vez por semana. Bueno, menos a Almudena. Ahora que lo pienso, no es sólo Almudena la que deja de acudir semanalmente, son unas cuantas más que espacian cada vez más su sesión de belleza, así que Gloria ha decidido dejar de desayunar todos los días en el bar de Julio. Sí, son 3 euros al día únicamente, pero si los multiplicamos por los 24 días que trabaja al mes, estamos hablando de 72 euros, que le sirven para pagar la luz del piso.

Julio cada vez hace menos tortillas de patata. Le encantaba charlar con Gloria todas las mañanas, pero ella ha dejado de ir a desayunar, la crisis le dijo el otro día cuando se la encontró en la esquina de la calle. Lo malo es que tampoco acude ya Pedro, el chico de la gestoría, así que ha Julio ha pensado que en lugar de comprar la carne en la carnicería del mercado, la comprará en Mercadona, que le sale un poco más barata, a pesar de que la presentación, la calidad y el servicio están mejor en la carnicería de Luis.

Luis está preocupado porque cada vez vende menos carne. Se levanta todos los días a las 4:30 de la madrugada para ir al merca a por el mejor género, pero cada vez compra menos para que no se le estropee. Además ha pensado que tiene que quitarse algún capricho. Por ejemplo el vino. Le encanta, pero últimamente sólo bebe agua.

Cuelgo el teléfono, después de escuchar el decimoquinto "no" consecutivo. ¿Qué le pasa a la gente? ¿Se han vuelto todos abstemios? ¿Todos están enfermos y no pueden disfrutar de una copa de vino en la comida? No, no es eso. Es mucho peor.

Que alguien le ponga freno a este círculo vicioso o nos vamos todos a la mierda.


domingo, 22 de abril de 2012

...menos la belleza


Cada día me aburren más las cantantes vestidas de niñas bien que emocionan a los demás con su aspecto lánguido y sus voces aterciopeladas.

Me cansan las baladas y las músicas lentas que no tengo con quién bailar.

No producen ningún efecto en mí las frases empalagosas de amor almibarado que no quiero que nadie me diga.

No comparto las fotos que hablan de "...si tú también conoces a alguien", o "... si tú también tienes un hermano", o "...si para ti también ser madre", en el facebook.

No escribo citas, no dibujo hadas, he dejado de usar emoticonos.

No se me llena la boca hablando de las maravillas de la maternidad, ni del amor que siento o he sentido o sienten por mí.

Cada día soy "menos mejor amiga" de alguien.

¿Me estaré volviendo la mujer de hielo?

¿O será que todo se pega?

... menos la belleza.

miércoles, 11 de abril de 2012

Mierda

Estoy metida en un laberinto que termina en una pared. En el fondo hay básicamente mierda. La mierda ensucia, huele mal e impide ver la pared blanca, limpia, reluciente. Tengo que volver, tengo que regresar al lugar dónde todo es blanco, limpio, reluciente. No soy capaz de soportar ni un minuto más este desastre, tengo que poner orden en el cajón de mi ropa interior, tengo que quitarle el polvo a los marcos de las fotos, tengo que abrillantar el suelo y echar desinfectante en el váter.

Pero no sé volver, no encuentro la salida del laberinto, se me ha roto el eye liner, y se me ha gastado la máscara de pestañas. Las bayetas están sucias y la lavadora ha dejado de centrifugar.

Si oyera una voz que me indica el camino, podría agudizar mis sentidos, desarrollar más el del oído, o dejarme llevar por el olor a limpio, olfateando como un perro sabueso.

Y por más que lo intento, siempre hay algo que me hace volver. Al fin y al cabo, no se está tan mal entre la mierda. Hay millones de cosas y personas a las que echarles la culpa por haber dejado eso tan guarro y no es necesario que lo limpie yo. A todo se acostumbra una...

Pero no, que no quiero acostumbrarme, que a mí me gusta ponerme la ropa recién planchada, me encantan las verduras al vapor, lo sencillo, lo simple, lo lógico, lo fácil. ¡Qué alguien grite desde allá fuera! ¡Qué alguien me lance una cuerda para volver! ¡Por favor! No quiero vivir aquí, está sucio y hace frío, no quiero seguir salpicado a todos los que me siguieron en el camino, ellos no se lo merecen, y lo más importante: YO no me lo merezco.

Sólo una, una última canción. Un último revolcón en el barro. Prometo que volveré. Aunque necesite ayuda, aunque todo un ejército de fregonas, escobas y ambientador a pino tengan que tirar de mí.

Pero déjame una última canción. Déjame llorar por última vez.


sábado, 24 de marzo de 2012

Si nos lo hubieran enseñado en la escuela...

Esto de procurarse la propia felicidad es realmente agotador. Debería ser una asignatura obligatoria en la escuela desde que tienes 3 años, pero claro, entonces seríamos libres, no dependeríamos de nadie ni de nada, y eso no deja de ser un poco peligroso para el sistema.

La verdad es que es mucho más fácil depender de alguien, y así poder echarle la culpa cuando algo te sale mal. Echar de menos a mamá cuando te encuentras mal, y no poder soportar que los que se encuentran a tu alrededor no te traten como una niña, desmonta todas las ilusiones en el tema de cuidar de ti misma.

Lo cierto es que hace mucho tiempo que dejé de ser una niña, pero todavía sigo buscando alguien que cuide de mí. Algunos pensarán que es falta de madurez. Yo prefiero pensar que todavía no he aprendido a hacerlo yo sola, pero que estoy en ella. Soy una luchadora nata. Llevo luchando contra mis pensamientos muchos años. A veces ganan ellos, otras, casi todas, gano yo..., aunque la batalla es dura y casi siempre quedan secuelas.

Estoy sola en la vida, todos estamos solos en la vida, aunque haya mucha gente a nuestro alrededor. Nacemos solos y morimos solos, nadie puede hacerlo por nosotros, y lo único que tenemos que esperar es nuestro propio reconocimiento, nuestra propia aceptación y que seamos nosotros los que nos cuidemos. A pesar de ello, nos pasamos media vida buscando cosas de los demás. Amigos que nos animen, parejas que nos amen y nos protejan, trabajos que nos den de comer y nos proporcionen "cosas" que acumular, porque si tenemos más, nos parece que somos más. Y cuando nos fallan, cuando no nos dan lo que necesitamos en cada momento, nos rebelamos contra ellos, pensamos que nos han engañado, que no son buenos para nosotros, que nos han traicionado.

Si no esperamos nada de nadie, ni de nada, no habrá nada que nos decepcione. Si aguantamos un dolor de muelas sin llamar a mamá para que nos consuele, si nos miramos al espejo y nos piropeamos y no esperamos a que llegue nuestra pareja a casa para decirnos lo guapas que estamos, si no necesitamos un gran coche, o una gran casa o el último artilugio tecnológico del mercado para sentir que los demás nos valoran, habremos dado un paso  muy grande. Pero eso no lo enseñan en la escuela. No nos lo enseñan en casa. No nos lo cuentan cuando llegamos a este mundo. Y cuando quieres hacerlo, es duro, es difícil, es incómodo.

Y desfalleces, y lo mandas todo a la mierda, y vuelves a los viejos hábitos de echar la culpa a ese hombre que no me da lo que yo necesito, a ese trabajo en el que no te sientes valorada, a ese amigo que no te ha llamado para felicitarte. Es más sencillo, más cómodo y menos responsable.

Si nos lo hubieran enseñado en la escuela...

martes, 20 de marzo de 2012

¿Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos?

¿Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos?
¿Estamos solos en la galaxia o acompañados?


Siniestro Total - ¿Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos? -  Ante todo mucha calma


El sábado me fui a tomar unas copas. Ya tocaba. Hacía muchos días que no lo hacía y ya tocaba. El caso es que para la ocasión me vestí con un vestido negro, unas medias negras, unos zapatos de tacón negros y una cazadora negra de cuero. También me hice los ojos ahumados (en negro por supuesto). Mi acompañante en la aventura "borrachil", a la sazón, el mismo de siempre, vistió camisa negra, pantalones negros ajustados tipo Mario Vaquerizo, zapatos negros y cazadora negra de cuero.

Ante tal despliegue de oscuridad por parte de ambos vino a mi cabeza, sin yo poder evitarlo aquella canción de Loquillo que se llamaba "El hombre de negro". La canción la grabó Loquillo en el año 93 y aunque después la reeditó en el 2009 cantando y grabando un vídeo con Urrutia, Calamaro y Búmbury, (yo esto no lo sabía, ni había escuchado la versión, lo he descubierto investigando el año de grabación de la canción), hacía muchos años que no la escuchaba en ninguna parte, probablemente desde la primera grabación, no es una canción que se encuentre en mi colección y tampoco la ponen en los bares por los que circulo.

Pues eso, que me fui de copas un ratito, y acabé como casi siempre en "La Alcahueta". Podría decir que me sé las canciones que tienen en el ordenador y discos de "La Alcahueta", como la tabla del 1 y no sería exagerar demasiado. Sin embargo, el sábado, Vanessa (la pinchadiscos que se decía en mis tiempos), nos deleitó con una aproximación al country que hizo Loquillo en el año 93: El hombre de negro.

A veces me pasan estas cosas, nos pasan a todos. Piensas en alguien que hace tiempo que no ves y de repente te pide amistad en el facebook, o te lo encuentras por la calle, o te llama por teléfono. Te levantas pensando en una película, y la ponen esa noche por la tele, o te pasa lo que a mí, canturreas una canción que no oías hace tiempo y la ponen en tu bar de referencia.

A lo mejor la gente pasa de estas cosas, pero a mí todo esto me hace pensar. ¿Existen las casualidades? ¿Las cosas pasan por algo? ¿Tenía razón Earl al intentar tachar las acciones "malas" de su vida de una lista para que el Karma fuera bueno con él?

No lo sé, pero todo esto me hace pensar en otra canción. Espero que no le de por perseguirme mucho:

jueves, 8 de marzo de 2012

Me encanta ser mujer

Hoy celebramos el día internacional de la mujer. Muchas mujeres pasan por alto este día. Se supone que la igualdad entre ambos sexos ha llegado a un punto en el que no es necesario celebrar un día internacional de nada y que eso es un síntoma de normalización de las cosas. Para otras, es un día todavía reivindicativo, para ellas está claro que todavía la igualdad no es un hecho, las desigualdades en los salarios, la escasa participación de muchos hombres en las tareas del hogar y en el cuidado de los niños, y el uso de algunas mujeres como objetos siguen siendo un motivo suficiente para seguir luchando. Para mí, es fundamentalmente, un homenaje a todas esas mujeres que lucharon por conseguir determinados hitos que hoy en día consideramos conquistados, como por ejemplo el derecho al sufragio. También es un homenaje a todas aquellas mujeres, que desde el anonimato, consiguen hacerse valer en un mundo que sigue estando manejado por los hombres.

A mí me encanta ser mujer, e intento llevar mi "lucha" en los aspectos cotidianos de la vida. Si quieres hacerlo como yo ahí van algunas de mis creencias.


  • Maquíllate si te gusta, y si no te gusta, pues no lo hagas. Has de hacer las cosas para sentirte bien contigo misma, y no para los demás. 
  • No dejes que tu jefe, tu marido, o tu pareja, te digan cómo debes vestir o no. Si te gusta ir con un escote pronunciado, póntelo, si no te gustan los tacones, no los lleves. Tú eres tú, eres única e irrepetible y nadie debe decirte cómo debes ser.
  • Tus hijos son tu responsabilidad, pero no sólo tuya. Lo más normal es que tengan un padre. Hazle partícipe de su educación. No pretendas estar pendiente de todo en todo momento. Relájate. No puedes controlarlo todo. Y nunca te sientas culpable por hacerlo.
  • En el trabajo tienes derecho a unas horas para llevar a tus hijos al médico. Si necesitas hacerlo (espero que no), hazlo. Es tu derecho. Si respetas tus derechos te será más fácil respetar los de los demás.
  • Mucha gente dice que las mujeres nos llevamos mal entre nosotras. Ponlo en duda. ¿Acaso no tienes una mejor amiga? Si las mujeres dejamos de criticarnos unas a otras y nos dedicamos un poco más a comprendernos, quizá el mundo irá un poco mejor.
  • Si te gusta un chico, díselo. No, no es necesario que sea él quien lo diga. Si quieres que vaya a pasar la noche contigo, díselo también, y si por eso cree que eres una fresca, es que el tío en cuestión no merece la pena. Y no te olvides de los anticonceptivos, que luego el marrón es todo tuyo.
  • Intenta educar a tus hijos en un clima de igualdad. Si tu hijo varón se hace la cama y la deja arrugada, no la deshagas para volver a hacerla. Nadie nace aprendido, ya la hará mejor, te lo digo por experiencia.
  • Toma tu propias decisiones. No te puedes imaginar lo bien que sienta. Además, si te equivocas, asumirás tu responsabilidad y no tendrás que culpar a nadie.
  • Cuida tu cuerpo. Sólo tienes uno para toda la vida, y cada vez se vive más. Si tienes hijos, trabajo y una casa que cuidar, busca 30 minutos al día para ti. Si quieres los tendrás. Da un paseo, relájate leyendo un libro o canta flamenco. Tener tiempo para una misma es fundamental si no quieres volverte loca.
Estas son mis creencias, (seguro que  hay alguna más y ahora no me viene a la cabeza), si te gustan, te las presto, y si no te gustan, seguro que las tuyas son igual de perfectas para ti.

En cualquier caso, si como a mí, te encanta ser mujer..., hoy es tu día (uno de tantos). ¡Felicidades!

martes, 28 de febrero de 2012

SONRÍE, SIEMPRE SONRÍE



imagenes para blog

Pase lo que pase, siempre hay algo por lo que sonreír. Puede ser algo muy grande o realmente pequeñito, pero que te proporciona una enorme felicidad. 

¿Veías El coro de la cárcel? Yo lo vi muy pocas veces, quizá sólo una o dos, y nunca completo, pero era alucinante ver el entusiasmo que le ponían los presos, unas personas que seguramente lo habían pasado mal en la vida, y que no tenían libertad (no lo que el común de los mortales entiende por libertad), a la actividad. 

También en países pobres, como por ejemplo Cuba, he visto con mis propios ojos a gente que no tenía casi ni para comer, que se quejaban de la cartilla de racionamiento, que agradecían un caramelo como si fuera el mayor tesoro del mundo, bailando a todas horas y con una eterna sonrisa en la boca.

¿Qué tipo de vida queremos? Nos levantamos temprano, de mal humor porque normalmente hemos descansado poco o mal, gritamos a los niños porque llegamos tarde, nos enfadamos en el semáforo porque el conductor que nos precede no ha arrancado el coche en el primer milisegundo después de la luz verde, nos tomamos el café con prisas, intentamos esquivar a nuestro jefe, nos estresamos porque la vajilla no puede quedarse sin fregar después de comer. ¡Es agotador! No es de extrañar que no tengamos tiempo para sonreír, ¡vamos todo el día corriendo! ¿Dónde queda la sonrisa?

¿Nos hemos parado alguna vez a pensar que nada es eterno?

¡NI SIQUIERA NOSOTROS!

Porque, señores, siento la mala noticia: NO SOMOS ETERNOS. Todos moriremos, la muerte es parte de la vida. No sabemos cómo, ni cuándo, ni dónde, pero es inevitable. Nada es eterno.

Ni la bonanza económica, ni las dificultados, ni la pasión por tu pareja, ni la ausencia de amor. Nada dura eternamente. La vida está en constante movimiento y nosotros también. Lo que pensamos hoy, no es lo mismo que lo que pensaremos mañana, y lo que pensemos mañana, no tendrá nada que ver con lo que pensemos dentro de un año. No hay verdades, lo único que es verdad es lo que crees ahora, en este mismo instante. Tenemos mil ejemplos de ésto.

Personas que han sido muy activas socialmente y con el paso de los años se han ido encerrando.
Comunistas jóvenes que se volvieron ultra-conservadores.
Gruñones que se vuelven amables después de una enfermedad.
Católicos que se divorcian porque se han enamorado de alguien de su mismo sexo.

Las personas cambian, porque están influidas por el entorno, y el entorno cambia, porque está influido por las personas. Nuestros hijos, aquellos niños indefensos a los que teníamos que alimentar cuando eran bebés, se hacen adultos y toman su propio rumbo, a veces en otras ciudades, lejos de nosotros. Ni siquiera a ellos podemos conservarlos eternamente a nuestro lado.

Así que, como estrategia, en un momento malo, lo primero que podemos pensar es que TODO CAMBIA. No sabemos qué será lo que produzca ese cambio, pero si podemos pensar en éso, y creerlo de verdad, nos estaremos quitando un gran peso de encima. Estaremos eliminando buena parte de la presión que teníamos y seguro que así, encontramos muchas más cosas por las que sonreír.

Porque vas en el autobús y un bebé te hace una pedorreta..., porque suena por la radio una canción que te recuerda alguna situación bonita o divertida..., porque descubres que te caben los vaqueros del verano pasado..., porque te encuentras una moneda de 20 céntimos en un abrigo..., hay mil razones para sonreír.

Yo quiero vivir la vida como si fuera un programa de televisión de fin de año. Salen un montón de artistas y dura toda una noche. Algunos de los cantantes te gustan y otros no. Con los que te gustan: bailas, cantas, disfrutas. Con los que no te gustan: cambias el canal, esperas que se termine la canción o simplemente hablas con las personas que tienes al tu alrededor. Y si estás solo..., lo comentas en twitter.
Es decir, ignoras a los que no te gustan.

Cierto es, que no puedes ignorar una enfermedad, por poner un ejemplo extremo, pero también es verdad que puedes aprender a confiar en los médicos, o darle la importancia que se merece (no podemos hundirnos por un resfriado). Y cuando tengas salud... ¡disfrútala! ¡Disfruta de tu cuerpo!

Y siempre, siempre:

¡CELEBRA LO BUENO!
¡IGNORA LO MALO!
¡Y SONRÍE!

jueves, 23 de febrero de 2012

No puedo vivir sin ti

No puedo vivir sin ti. Te quiero. Ya sé que te critico a menudo, que sólo te digo lo que no me gusta de ti. Es lo que solemos hacer con las personas a las que queremos, pero hoy me he decidido a decirte que te quiero.

Te quiero por esa forma que tienes de sonreír, porque las marcas de expresión, tus arrugas alrededor de la boca, dicen mucho de tu vida, de las carcajadas, de las sorpresas, de las veces que te has permitido reír, sin importarte quién te miraba.

Te quiero porque eres capaz de ayudar. No te importa sacrificarte si eso implica ayudar a alguien que lo necesita, aunque cueste tiempo, aunque sea difícil.

Te quiero porque me gustas. Me encantan tus ojos verdes que se ven más claros cuando miras la luz, cuando se humedecen porque te emocionas. Porque sí, sabes emocionarte y sabes demostrarlo.

Me gusta también ese escote que te atreves a lucir, sin importarte si la gente piensa que es demasiado o demasiado poco. Me gusta el pearcing de tu ombligo en ese vientre abultado, las curvas de tus caderas, tu espalda ancha a la que tan bien le sientan los tirantes, tus piernas firmes que han descubierto que saben correr, tus manos grandes que saben acariciar, y me gusta sobre todo tu boca, tus labios, ni muy finos, ni muy anchos, y nunca, nunca maquillados.

Me gusta escucharte cantar, me gusta cómo lo haces, el sentimiento que le pones, como si estuvieras contando una historia, me gusta escucharte hablar en público, delante de mucha gente, porque sabes escoger las palabras, y no te pones nerviosa, ni te sudan las manos.

Te quiero por esa capacidad que tienes para razonar, para ver las cosas desde una óptica lógica, por tu manera de argumentar y llegar a conclusiones. Te quiero por cómo escribes, por tu capacidad de aprendizaje y por tu perseverancia cuando te empeñas en algo.

Te quiero porque eres tú, porque eres única, porque eres igual que yo.



PD.- No pienso pedir disculpas por este post. Necesitaba hacerlo. Y no sabéis lo a gusto que se queda una. :)

miércoles, 22 de febrero de 2012

Con un pinchazo en el culo y mucha mala leche

Dice la médico de urgencias que no me voy a morir. Bueno, no al menos de momento, no de una disfonía leve que dura ya dos semanas. Que haga el favor de cerrar la boca. Que sí, que me pone una inyección de cortisona pero que me calle. Y yo digo que no puedo callarme. Es materialmente imposible. ¡Qué mala leche tengo!

Dicen mis clientes que no tienen un duro, que están enfermos, que tienen mucho vino, que están con la dieta Dukan, que tienen el hígado graso, que no tienen tiempo de escucharme, que no, que no me han colgado..., que se ha cortado, que casualmente ahora que les llamo con un teléfono que no conocen es porque acaban de salir de la reunión. ¡Qué mala leche!

Dice un conocido que la gente es mala y violenta y que hay que darles fuerte porque no son angelitos. ¿Qué es eso de hablar, de la mesura, qué es eso? ¡Qué mala leche!

Dice mi cuenta corriente... ¡Qué mala leche!

Dice alguien que me conoce bien, que tengo que ser más positiva, que tengo que ver el vaso medio lleno, que tengo que pensar que la vida es bella... ¡Qué mala leche!

Dice mi hija que le ayude a hacer los deberes que ella sola no sabe, que se equivocara..., y sólo estando a su lado sin decirle nada lo hace todo perfecto y a la primera. ¡Qué mala leche!

Dice mi madre que tengo que recoger más la casa, que soy una desordenada, que paso de todo... ¡Qué mala leche!

En fin..., mañana escribo uno que diga... "La vida es bella"

jueves, 16 de febrero de 2012

Estoy malita

Pues eso, que estoy malita. Y me jode. Odio  no estar en plenas facultades. No sé si es faringitis, laringitis, traqueítis o laringotraqueitis, porque no he ido al médico.

Si voy al médico me dirá que mantenga la boca cerrada para que se me pase la ronquera (el otro día llamaron preguntando por un tal José María y pensaron que era yo, :S), y no puedo callarme, porque si me callo, no puedo vender vino.

Aunque tal y como están las cosas, muy poca gente compra, y además, esta maldita ronquera y los ataques de tos no me dejan hacer bien mi trabajo.

La culpa es mía. El jueves pasado ya estaba mal, me tenía que haber quedado en casita, pero no fui capaz de renunciar a una fiesta en la que además me habían invitado a participar. Tenía que cantar una canción, y más bien di el cante, porque con la garganta que llevaba ya, salieron más gallos que en una feria de peleas de idem, y además, lo agravé saliendo a fumar (cosas de la ley antitabaco), en repetidas ocasiones con los negativos que hiciera en ese momento. Dicen las malas lenguas que la sensación térmica era de -20 pero a mí me resultaba todo tal primaveral... Es lo que tiene tomarse unas cervezas después de mucho tiempo de sequía.

Así que aquí estoy, con una tos tremenda, que no me deja descansar y que me ha provocado hasta agujetas.

Y dicen que sarna con gusto no pica, pero sí, sí que pica. Que no os engañen.

lunes, 13 de febrero de 2012

Un pedacito de cielo.

Me cuenta una amiga, entre copa y copa de vodka con red bull, que está harta de muchas cosas. Entre otras de que discriminen a sus hijos, unos mulatos guapísimos con más salero que muchos pijos redomados. Guapos, sonrientes y movidos (como todos los niños por otra parte), su único delito es ser de otra raza.

Aunque bien pensado, no estoy segura de que esa sea la razón. Quizá el que mi amiga no tenga una abultada cuenta en el banco que le permita llevar a sus hijos en limusina al colegio, tiene algo que ver.

Dice que los miran de forma diferente. Que si se ha roto algo son los primeros en los que se piensa. Y cosas de este tipo. Y a mi amiga, le duele. Porque son sus hijos, porque les ha dado la vida, porque los está viendo crecer.

Me cuenta que odia la discriminación. Esa que ve también en niños que son diferentes de otra manera. Porque son discapacitados, o hijos de padres divorciados, o porque tienen alguna enfermedad.

Y argumenta que el amor que tu sientes por un niño o una persona, que es diferente a lo "normal", te hace tener un pedacito de cielo en la tierra. En tu casa. En tu vida.

¿Quién quiere el paraíso completo en otra vida, si tienes un trozo en ésta?

Ella tiene el suyo, o eso cree, que al final es lo mismo que tenerlo.

domingo, 12 de febrero de 2012

Supongo

Es difícil contestar a esa pregunta...

¿Por qué? No lo sé.

Supongo que tuvo una estrategia que le salió bien. Esa forma de decir cosas con la mirada y no con la boca. Supongo porque sabe dar a poquitos sin entregarlo todo..., eso, amiga, hace que siempre quieras un poco más.

Te conviertes en la abanderada de las causas perdidas, aquella que conseguirá abrir por fin aquello que fue cerrado con 7 llaves, para que ni el viento, ni la lluvia, ni las miradas ajenas erosionaran lo que había que proteger. Aunque no hay nada que hacer, nunca, amiga, porque el óxido ya se ha comido la cerradura.

Supongo que la presencia, al principio un poco molesta, después se torna en imprescindible, porque forma parte de un paisaje, de tu paisaje. No sé amiga. No sé responder.

Supongo que una sonrisa a una hora extraña, un martes cualquiera, como siempre, hace que tu soledad parezca acompañada.

No lo sé amiga.

Pero en fin. ¿Qué importa el por qué? No quiero preguntármelo. Las decepciones más grandes de esta vida me las llevé preguntando por qué. Mi mente lógica necesita respuestas y si no las tengo reacciono como una niña enrabietada. Así que es mejor no preguntar. Permanecer ignorante.

No me preguntes amiga. Simplemente, es lo que hay.