Hace unos días andaba yo charlando con un buen amigo, acerca de hombres y mujeres. En un momento de la conversación, me preguntó qué les daban algunos hombres a las mujeres para llevárselas de calle.
No estamos hablando de hombres guapos, o al menos no de esos que te harían girar la cabeza cuando vas caminando por la calle. Hablábamos de hombres que quizás no tengan demasiado éxito si les conoces una noche de borrachera, pero que sea como sea, siempre van con una mujer del brazo.
¿Qué les dan?
¡Y yo qué sé! Se supone que como soy mujer tengo que saber responder a esa pregunta, pero la verdad es que no tengo la más remota idea.
Pero bueno, como yo no me callo ni debajo del agua, comienzo a divagar, y recuerdo un par de conversaciones mantenidas con mi madre y una compañera de trabajo.
Hablábamos el otro día mi madre y yo de un fenómeno extraño que se da en las actividades de ocio. Le contaba yo, que en el curso de risoterapia al que asistí, la proporción hombres - mujeres era de 2 a 10. Los dos únicos hombres apuntados eran el dueño de la academia donde se impartía, y el marido de una de las participantes. Todo lo demás, mujeres.
Ella me contó que en sus clases de inglés pasa algo parecido, y en la coral donde canta ganan las mujeres por goleada. Unos 8 hombres contra unas 30 mujeres.
Por casualidad el tema se ha repetido con otras mujeres a lo largo de las últimas semanas, y todas coincidían en lo mismo. La implicación social de los hombres es mucho menor. Ellos siempre han ocupado los puestos relevantes en la sociedad, digamos de poder, pero parece que la mujer es la dueña de lo cotidiano.
Esto se sigue viendo en actividades culturales, asociaciones de vecinos, voluntariado, etc.
Es posible que haya gente que piense, que esto es así tradicionalmente, porque el hombre ha pasado más tiempo trabajando fuera de casa, y la mujer contaba con más tiempo libre. Yo creo que es erróneo. Las mujeres se han ocupado del trabajo, del hogar, de los hijos y de estar en la sociedad, no hay más tiempo libre, sino mejor utilizado. No hay más que ver a los jubilados tomando el sol por las mañanas en el parque, sentados en los bancos, charlando o jugando a la petanca, o mirando las obras. No se ve ni una mujer, ellas están comprando, ocupándose de la casa, pintando cuadros, haciendo labores en la parroquia, bailando batuka en el gimnasio, etc.
Con la incorporación de la mujer al trabajo, la cosa debería haberse equilibrado, pero no ha sido así. La revolución femenina, necesita una segunda revolución.
Dicho todo esto, volvemos al tema del principio. ¿Qué les dan? ¿Qué os dan? Pues a lo mejor es éso. Cuando nos encontramos con un hombre "femenino", es decir, participativo, inquieto, implicado, que sepa conversar con mujeres (no todos saben o quieren), y que tenga ese toque diferente, caemos rendidas a sus pies. Quizás porque amamos la diferencia.
En fin, a preguntas difíciles, respuestas inventadas. Aunque ahora que lo leo, estoy convencida de que tengo razón. O no. Porque cuanto más analizo la pregunta menos idea tengo de la respuesta.