miércoles, 29 de julio de 2009

¿Cómo rebajar el calentón?

Panda de marranos. Seguro que estáis esperando un post caliente, y lo es, pero no de ese tipo de calentura, sino de otro. Me explico:

Resulta que hace como dos años y un mes aproximadamente (que cosas tiene esto de las garantías de los equipos), me compré un portatil HP Pavilion 6000. No era el más barato del mercado. De hecho, elegí ese por varios extras que llevaba, como una conexión SPDIF que haría sonar mi música, películas y demás en 5.1 conectándolo a mi ex-home cinema, entre otras cosas.

Los problemas comenzaron bastante pronto. Pronto comenzó a emitir dos pitidos cortos y uno largo que hacían que windows no arrancase, pero no lo hacía siempre, así que esperé. Investigué un poco por internet, y descubrí que era un problema de fábrica y que me lo arreglarían gratis (estaba en garantía). Me cambiaron la placa base. De esto hace menos de un año.

Luego comenzó a no reconocer la tarjeta de red. Y a pesar de que el interruptor estaba on, la lucecita del wireless, seguía naranja en lugar de azul, y por supuesto no me reconocía ninguna red.

Pero lo mismo, pasaba de vez en cuando, muy de vez en cuando, el problema es que ahora pasa siempre que enciendes el ordenador. Menos cuando no pasa.

Me he puesto a investigar, y en todos los foros dicen que HP lo arregla cambiando la placa base. ¡Pero si me la cambiaron hace menos de un año!

Ayer por fin, encontré a un tío que contaba algo de que los portátiles de esta marca están mal diseñados. La disposición de las tarjetas en su interior, y el hecho de que sólo cuenten con un disipador de calor, hace que todo se recaliente y comiencen a fallar cosas. Solución, enfriarlo. ¿Cómo? Pues dejándolo descansar varios días o viviendo en una zona no muy cálida. Es decir, en Zaragoza, no.

He decidido comprarme un adaptador de estos usb, para no tener más problemas, pero anoche, dejé el portatil encendido para no perder la lucecita azul que me había costado tanto conseguir.

Esta mañana, a las 7, me he despertado, he salido al salón, y el maldito se había reiniciado, cosas de windows. Por supuesto la lucecita estaba naranja, así que me he dicho. A grandes problemas, grandes soluciones, y he hecho lo siguiente:


A las 8, lo he sacado, lo he encendido, y oye, manica de santo. Tecnologías a mí, ¡ja!.

lunes, 27 de julio de 2009

Insonmio


Una gota de sudor recorre mi nuca recreándose en cada centímetro. El aire cálido del verano entra por la ventana y juega con ella, erizándome la piel. Vuelvo a cerrar los ojos. Una sensación de mareo, como si bajara por una montaña rusa, nace el la base de mi estómago y sube hasta mi boca. Mojo mis labios con la lengua. Tengo insonmio.

No puedo dormir, pero te veo, así que quizá estoy dormida, y esto es un sueño. Mis párpados se resisten a permanecer cerrados, así que abro los ojos y te desvaneces. Te escurres entre mis dedos, pero mis yemas aún te notan.

Me levanto, bebo agua, me fumo un cigarro. Son las dos y media de la madrugada. Abro la puerta de la terraza de la cocina, y el aire se hace más intenso.

Sonrío. Al fin podré dormir.

domingo, 26 de julio de 2009

Con la puerta en las narices

Cuando una toma decisiones que le cambian la vida, descubre muchas cosas. Una de ellas consiste en saber quién está dispuesto a apoyarte en los momentos duros y quién no. Y la verdad, es un alivio saberlo, si bien tienes que tener una alta dosis de tolerancia a la frustración, porque si no, estás apañada.

Aprender a perder no es fácil. Está muy bien la máxima deportiva que dice que lo importante es participar, pero lo que es cierto es que a todo el mundo le encanta ganar, y a mí, la primera.

De un tiempo a esta parte, y quizá por mi mentalidad de niña caprichosa (dicho esto no en tono despectivo, sino que cuando tengo hambre pido pan, y cuando tengo sed pido agua), he tenido que comerme muchos "NO", que he soportado como he podido. Algunos se han dicho de frente, otros de forma un poco más sutil, y otros simplemente dando la callada por respuesta, pero todos han provocado en mí un efecto, que podría haber sido devastador si no hubiera puesto freno a los sentimientos en ese momento.

Lo bueno de aprender a perder, es que la victoria es más dulce, o no, quizá ese es el consuelo de los perdedores, pero quiero pensar así.

Hoy me he llevado la última. Una puerta cerrada que a mi juicio debería haber estado abierta, pero claro, supongo que mis circunstancias no son las mismas que las de la otra parte y tengo que entenderlo. Y lo entiendo, pero jode.

Una canción que llevo todo el fin de semana tarareando:

domingo, 19 de julio de 2009

Dos sombreros

Dos sombreros, uno crudo y uno negro, coronan una torre de CD's vacía porque aún no he logrado encontrar la maldita caja en la que esperan en silencio los acordes de "Eva tomando el sol".

Mi hogar huele a café recien hecho, a pintura en las paredes y a cenicero lleno de colillas. Sabe a tempranillo y gewztraminer, a lasaña de carne y de cariño, a arroz frito tres delicias y a trufas de chocolate. Mi hogar se tiñe de rosa chicle y verde pistacho, se llena de juguetes, de ilusión, de nueva vida.

Mi hogar suena como Rafa Pons, como Sabina, como Carlos de Andrés y Perico Delgado.

Mi hogar tiene la virtud de la paciencia de la Espe y de la sonrisa cómplice de Pilar. Mi hogar está a la espera de llenarse de sonrisas, de juegos y de bocadillos de nocilla.

Mi hogar tiene las paredes desnudas, el suelo poco gastado y una historia por contar el día que se escriba. El tacto suave de las sábanas limpias, el ruido de los tacones por la escalera, y dos sombreros, que no son míos, que son de ellos.

martes, 14 de julio de 2009

Verdades como puños

Seguramente todo el mundo ha visto alguna vez la típica imagen de dos adolescentes o no tan adolescentes sentadas frente a una película romántica y comiendo helado de chocolate belga mientras lloran las penas de una de ellas, o de ambas.

Es una escena que siempre he envidiado de las películas, y esto es así porque jamás la he vivido.

Es extraño. Una persona que tiene un blog, que se dedica a contar sus penas y alegrías a diestro y siniestro desnudando su alma, a veces, un centímetro más de lo que debería estar permitido por la ley, podría descargase también en sus amigos, teniendo de esta forma un hombro para llorar o una camiseta para secarse las lágrimas. Y sí, es así. Soy exáctamente igual en el blog que en persona (con algún matiz por supuesto, que siempre hay que dejar espacio para la sorpresa), y aún con todo, no he coseguido vivir la escena en cuestión por mi misma.

Y todo esto me pasa, por tener amigos que no consuelan, sino que dicen verdades como puños. Mala suerte. Tanta racionalidad me agota. Por una vez me encantaría verles entusiasmados con mis entusiasmos y tristes con mis desgracias. Pero no, son abolutamente racionales. Lógicos, coherentes e incluso bordes cuando hace falta, para intentar que mi estado de ánimo deje de ser una montaña rusa constante y se convierta en una autopista algo más aburrida pero mucho más segura para mi salud mental.

Quizá es por eso que les quiero tanto.

Hoy me toca dar las gracias a dos, y ellos ya saben porqué.

Una canción que me persigue desde hace unos días:

sábado, 11 de julio de 2009

Cuatro

4

Uno, dos, tres y cuatro.
Los cuatro placeres que tiene mi gato.
Lavarse, peinarse, limpiarse los zapatos.
Ir a misa, ponerse la camisa.
Ir al salón, ponerse el camisón.

viernes, 10 de julio de 2009

Cinco

5
Cinco lobitos tiene la loba
cinco lobitos detrás de la escoba
a los cinco crió, y a los cinco tetica les dió.