viernes, 1 de marzo de 2013

Cierra la boca


Los siete (por tres) segmentos luminosos me miran desde el suelo mostrándome la realidad sin miramientos. Están diseñados para ser claros, para verse incluso con poca luz, y yo sin embargo los percibo borrosos, como las luces de los coches cuando conduzco en una noche de lluvia.

Parpadeo para ver si cambia algo. No. Lo que hay es lo que hay. Me miro al espejo y pienso en encenderme un cigarro. Al menos cuando fumaba tenía la ilusión de matar el agujero en el estómago mientras aspiraba un montón de mierdas diseñadas para convertirte en un drogadicto tolerado por la sociedad.

¿Qué necesito? ¿Inestabilidad? ¿Emociones fuertes? Parece que mi "felicidad" se traduce en kilos y kilos de miedos, aburrimiento y ansiedad.

Vuelvo a mirarme al espejo para tomar una determinación pero aparto la vista. La puerta se abre para dar paso a la broma, para quitarle hierro al asunto, con la mejor intención del mundo pero sin mucha efectividad.

Años luchando contra lo mismo. Estoy cansada. Necesito algo diferente y no sé qué es. Mientras tanto, no me quedará otro remedio que cerrar la boca.

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