lunes, 15 de octubre de 2007

Pilar Ternera

Ya lo sé, soy tremendamente repetitiva, pero estoy volviendo a leer "Cien Años de Soledad", para los que no lo hayan leído todavía, ahí va un pequeño fragmento, pero merece la pena leerlo enterito.

Tenía la ropa embadurnada de fango y de vómito. Pilar Ternera, que entonces vivía solamente con sus dos hijos menores, no le hizo ninguna pregunta. Lo llevó a la cama. Le limpió la cara con un estropajo húmedo, le quitó la ropa, y luego se desnudó por completo y bajó el mosquitero para que no la vieran sus hijos si se despertaban. Se había cansado de esperar al hombre que se quedó, a los hombres que se fueron, a los incontables hombres que erraron el camino de su casa confundidos por la incertidumbre de las barajas. En la espera se le había agrietado la piel, se le habían vaciado los senos, se le había apagado el rescoldo del corazón. Buscó a Aureliano en la oscuridad, le puso la mano en el vientre y lo besó en el cuello con una ternura maternal.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Compañera, yo he empezado a leer el libro que me compre en Zaragoza Kafka en la orilla y es una pasada, cuando lo acabe te lo dejo. Creo que te gustara.

Otra vez, gracias por el fin de semana.

David Grau
Besos

Anónimo dijo...

Uiiiiiiiiiii, precisamente ayer le contaba a alguien que "Cien años de soledad" había sido mi libro preferido hasta hace unos años. No es que ya no sea especial, es que cada vez me cuesta más elegir sólo uno... Pero siempre será uno de los primeros que recomiende.

¡Grande Gabo!

Besito.

Marian dijo...

Yo lo he leído dos veces y no descarto una tercera, ni una cuarta, es tan mágico. Besiiiitos