Ayer por la tarde llegué a casa después de mi escapada vacacional. Han sido unos días para disfrutar, pero fundamentalmente para descansar..., y para cansarme. Sí, ambas cosas son posibles a la vez.
La verdad es que han sido unos días bastante tranquilos, si exceptuamos la locura del último fin de semana. He estado en casa de mi amiga Marta, en Barcelona. Quería ir a la playa pero he ido poco.
El primer fin de semana fue bastante cansado, porque el sábado estuve en Port Aventura celebrando el cumpleaños del niño, y el domingo una botella de vino cabezón hizo que no levantara cabeza hasta el lunes.
El lunes, martes y miércoles, fueron para ir a la playa y para intentar hacer turismo, (y digo intentar porque me negaron la entrada a la Catedral dos veces, la primera por los tirantes y la segunda por la minifalda,jeje), para comer con Marta, para ir de compras sin comprar y para intentar arreglar asuntos laborales que deberían haber estado arreglados desde hacía tiempo.
Y llegó el jueves, que salí por la noche un ratito (previo secuestro de mi acompañante, jeje). Aunque la música del local (no recuerdo el nombre, solo que las copas estaban muy bien de precio), no era precisamente mi estilo, acabé bailando y a una hora lo suficientemente alta como para querer tomarme el viernes con más tranquilidad.
Pero el viernes por la mañana me dice Marta: Ana, esta noche nos vamos de fiesta, es el cumpleaños de Nacho (un compañero suyo de trabajo al que yo había conocido dos días antes) y como no tiene a nadie ahora aquí, le he dicho, no te preocupes que esta noche nos vamos de fiesta la maña, tú y yo.
Y así lo hicimos..., Nacho resultó ser un tío simpático, de estos con los que tienes confianza a los 5 minutos de estar con él, con una risa muy contagiosa y gran conversador y amante del vino. Nos llevó a la zona del Born, que él conocía bien, a un restaurante que no recuerdo cómo se llamaba, pero que era muy bonito. Como una especie de bodega con paredes de piedra y ladrillo, en la que comer ibéricos, quesos de todo tipo, una ensalada de tomate y queso de cabra riquísimas, y dos vinos que entraban de muerte. Claro que como Marta no bebe vino, acabamos bebiéndonos entre Nacho y yo botella y media..., mala cosa. Había que ir a bailar para quemar el alcohol y fuimos por la zona de la calle Balmes a terminar juntando la noche con el día.
El sábado tocó descanso. Perrear durante todo el día, para acabar por la tarde noche, escuchando música en directo en una terracita de Santa Coloma. De ahí, a casa, a grabar una canción para terminar las vacaciones. Os la dejo aquí, espero que os guste. Prometo currarme más el siguiente post, pero es que no tenía ganas de pensar, así que me dediqué a contar mi vida, jejejej.
2 comentarios:
Bienvenida!!!
Y besote, claro.
Muy resumida tu semana en Barcelona!!! Anda que no me costó hacer las segundas voces, jajaja
Besos y hasta mañana
Muacksss.
Marta
Publicar un comentario