jueves, 6 de noviembre de 2008

Estado de ánimo y comida

No soy psicóloga, ni médico, ni nutricionista, pero a través de la observación he llegado a una conclusión que quizás no sea cierta, pero aquí estoy yo para exponerla y el mundo para rebatirla.

"Los gordos no son felices"

Y no estoy hablando del sobrepeso u obesidad provocados por algún tipo de enfermedad como el hipertiroidismo, sino del exceso de "kilos emocionales".

Dicen que hay gente que cuando se deprime o está triste adelgaza, que no le entra la comida, yo creo que no es cierto, aunque igual a algunas personas les pasa, pero soy de la opinión de que a la mayoría de la gente le pasa lo contrario.

Yo nunca fui una niña gorda, tampoco delgada, era una niña normal. En su peso. Y fui una adolescente normal, una talla normal, un culo normal, un estómago normal, vamos un dechado de normalidades para alucinar.

Siempre me ha gustado comer, y lo hacía. Cuando voy a un restaurante muchas veces tengo problemas para elegir lo que pido porque me gusta todo. Y sin embargo seguía siendo increiblemente normal.

Pero mi peso ha fluctuado mucho en los últimos 10 años. He llevado desde la talla 38 hasta la 44, tengo ropa para cualquier peso. ¿Y por qué cambia tanto? Pues depende mucho de mi estado de ánimo. Cuando estoy estoy triste, deprimida, o ansiosa, me engordo. O mejor dicho, cuando me siento vacía engordo. Da igual la cantidad de cosas que tenga a mi alrededor para sentirme plena. Si me siento vacía engordo. Y no engordo por acción del espíritu santo, engordo porque como mucho, y mal. Como a deshoras, asalto el estante donde guardo los bizcochitos con recubrimiento de chocolate del Mercadona, o me preparo mini-sanwiches de embutido, nocilla, atún o lo primero que pille, uno detrás de otro. O devoro poco a poco a lo largo de la tarde el plato de macarrones que hice de más y que no se comió al mediodía.

Y lo hago sin darme cuenta. Me he llegado a comer 6 bizcochitos de chocolate a las 4 de la madrugada uno detrás de otro y darme cuenta al día siguiente cuando he ido a desayunar. Lo hago de manera inconsciente, mecánicamente, llenando el vacío. Ése vacío que no se puede explicar, pero que es algo parecido a la ansiedad de cuando dejas de fumar.

Cuando me doy cuenta de lo que he hecho, porque la báscula, los pantalones y el espejo me lo dicen, freno, pego un grito, hago dieta y adelgazo con facilidad.

Sin embargo, cuando el vacío desaparece, no necesito hacer dieta. Los kilos bajan más despacio, pero bajan. En los últimos meses he perdido 12 kilos, y juro que he seguido comiendo bizcochitos de chocolate. Claro, que no tantos ni a deshora, sino uno o dos con el desayuno.

Hoy, y gracias a un post de katanga, me he dado cuenta de que estoy volviendo a hacerlo, ahora precisamente que me quedaban tan bien los pantalones, jajajaja. En los últimos días he comido donuts de chocolate a deshora, montaditos en el bar a media tarde, cuadraditos de chocolate de la repostería de Galerías Primero, y además, desde que han abierto el puente del tercer milenio, como llego mucho antes al trabajo, siempre cae un café con churros.

Así que nada..., toca buscar las causas (no buscaré mucho porque creo que ya las sé), y poner remedio contra la vaciedad, porque si además pretendo dejar de fumar, la suma de todo me va a convertir en una bolita, cosa que no me gusta nada, porque los gordos, no son felices.

7 comentarios:

La Taberna Fantasma dijo...

Ay, querida, los lagrimones como garbanzos... lo mismico lo mismico que me pasa a mí ... buaaaa...

Conversación de lo más habitual:

Yo: * No tengo nada que ponerme
Mi santo: * Pero si el armario está a apunto de pedir asilo político en Uzbekistán...
Yo: * Nada que me valga, quiero decir...

Al dejar de fumar ya ha sido para morirse pero por propia mano, es decir, para pegarse un tiro...! Pero weno, muuuuuy poco a poco lo vamos bajando. La imagen de las dos amigas con penas de amores, en pijama y comiendo helado de chocolate frente a la tele es suficientemente clarificador, pero hace poco he leído un libro con título sugerente "Alimentación emocional" y tenía pendiente escribir sobre él. Ya te contaré despacito porque el tema tiene miga... Beso!

Anónimo dijo...

aniee!

a mi me pasa lo que a tí.. cuando me siento vacía como.. mucho! por eso cuando dejé de fumar y se me acumularon un cojon de problemas le dí a la comida.. agg! me engordé casi 20 kilazos.. aggg! pero recuerdo una vez, cuando lo dejé con mi primer noviete.. no pude comer casi en una semana entera.. supongo que depende del tipo de depresión.. no sep.. pero yo apoyo las dos causas, jeje!

yo ahora me siento feliz con mi peso, al fin he llegado a los 57 kilos, todo un reto para mí! estoy dentro de mi IMC, pero me gustaria llegar a los 53 que pesaba antes de dejar de fumar.. auqne la verdad es que ya no me atormento con el tema.., no como bizcochitos.. solo algun trozo de pastel de cumple.. eso si que no me lo salto.. sé que si pruebo uno me lanzo de cabeza a la alacena.. jejejej!

me alegro mucho de que estés contenta contigo misma, eso es vital, además, yo cuando te ví te ví preciosa, tienes unas piernas largas y estilizadas, y eso hace mucho, además tienes mucho arte con la ropa, eso también influye.

en fins.. me acordé ayer de que este finde ibas a venir a barna.. se me olvidó por completo.. he tenido un finde brutal de cumpleaños y resaca (más o menos como Alhuerto pero sin concierto, jejej) pero buen, no seria el momento, a ver si seguimos en contacto y la proxima no se nos escapa.

Un besazo y un fuerte abrazo guapisssima!!

hasta pronto!!!

Maria de Mave dijo...

Yo creo que somos legión.

Y además algunas ni siquiera tenemos el agarre del tabaco porque no hemos fumado nunca y para más desgracia vivimos frente a un Panishop abierto 365 días al año de 8.00 a 22.00 horas.

Para que hablar. Además, antes con los soponcios que me daba mi ex, bajaba sin problemas de peso, pero ahora que todo es perfecto y no hago más que enlazar cenas románticas con desayunos en la cama...

Pero a pesar de todo, cuando más me conozco, más me gusto.

Thalía dijo...

Me interesa mucho el tema Tabi, así que si me cuentas, te lo agradeceré.

Un beso para las 3

Anónimo dijo...

Hola Ana! Te dije que pasaría, ahora pasaré seguido. Parece que hoy hemos entrado en sintonía justo con este tema, y ahora lo leo aquí.
Ya desde hace un tiempo se viene asociando la alimentación con esos vacíos emocionales. Así, la "grasita" reemplazaría al calor humano, pero también, y paradójicamente, pondría una "distancia" entre el otro y yo.
El fumar tapa un hueco. Tal vez siempre estemos hablando del mismo hueco!!
La seguimos, las sigo, te sigo.
Un besito guapa.
Ahh y tienes una blog muy lúcida, como tú :)

Thalía dijo...

Gracias Magui, me ha encantando hablar contigo. Te usaré a menudo, si no te importa XDDD.

Sí, supongo que la grasa hace ese doble efecto. De todas maneras cada vez lo llevo mejor, mi proceso de adaptación va rápido, aunque supongo que tendrá altibajos.

Hablamos, habla, estás en tu casa.

Un beso.

Anónimo dijo...

Yo siempre he sido gordita y no tengo esos ataques zampabolliles ni como entre horas. Para más inri el dulce no me apasiona. Mis comidas son más estrictas que las de un bebé: como cada 5 horas, sin picar nada entre medias. Y no es por no engordar, sino por no quedarme sin hambre y no poder disfrutar plenamente de la siguiente comida (hasta ese punto llega mi disfrute comiendo).
Es injusto, pero siempre me han sobrado al menos 10 Kg.

Espero que algún día aprendas a canalizar tu ansiedad y no tengas que recurrir no ya a la comida, sino a ninguna otra cosa que, por otro lado, nunca suelen ser cosas saludables.

Un besazo y perdona mi ausencia, pero he estado en Babia (comiéndome unas napolitanas de chocolate xD)