Dice la médico de urgencias que no me voy a morir. Bueno, no al menos de momento, no de una disfonía leve que dura ya dos semanas. Que haga el favor de cerrar la boca. Que sí, que me pone una inyección de cortisona pero que me calle. Y yo digo que no puedo callarme. Es materialmente imposible. ¡Qué mala leche tengo!
Dicen mis clientes que no tienen un duro, que están enfermos, que tienen mucho vino, que están con la dieta Dukan, que tienen el hígado graso, que no tienen tiempo de escucharme, que no, que no me han colgado..., que se ha cortado, que casualmente ahora que les llamo con un teléfono que no conocen es porque acaban de salir de la reunión. ¡Qué mala leche!
Dice un conocido que la gente es mala y violenta y que hay que darles fuerte porque no son angelitos. ¿Qué es eso de hablar, de la mesura, qué es eso? ¡Qué mala leche!
Dice mi cuenta corriente... ¡Qué mala leche!
Dice alguien que me conoce bien, que tengo que ser más positiva, que tengo que ver el vaso medio lleno, que tengo que pensar que la vida es bella... ¡Qué mala leche!
Dice mi hija que le ayude a hacer los deberes que ella sola no sabe, que se equivocara..., y sólo estando a su lado sin decirle nada lo hace todo perfecto y a la primera. ¡Qué mala leche!
Dice mi madre que tengo que recoger más la casa, que soy una desordenada, que paso de todo... ¡Qué mala leche!
En fin..., mañana escribo uno que diga... "La vida es bella"
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