sábado, 27 de marzo de 2010

Ánimo y presión

Vengo de un partido de fútbol tenso, de esos en el que el resultado es muy ajustado y no se sabe qué es lo que va a pasar al final.

Al final hemos perdido. 1-2 para ser más exactos. Bueno, yo, he perdido algo más. La paciencia.

Y es que no puedo con las actitudes de los padres en general en los partidos infantiles. Los niños tienen 6 y 7 años. A veces se cansan, normal, a veces se despistan, también normal, e incluso a veces se protegen cuando viene una pelota muy fuerte porque tienen miedo de hacerse daño en la lucha, también normal, y además es incluso bueno para su integridad física (ayer un balón le dio tan fuerte a un chavalín en el pecho que luego respiraba con dificultad).

Y yo me cabreo, porque en el momento en el que van perdiendo, los padres se olvidan (y no me incluyo a idea), de que sus hijos están ahí para divertirse, para hacer deporte (que es sanísimo), para aprender a colaborar y para saber aceptar las derrotas, entre otros beneficios del deporte a su edad.

Hoy desde la grada he oído de todo. Desde insultos y tacos que deberían evitarse delante de los niños, hasta padres que en tono irónico les decían a sus propios hijos: "Pásasela al contrario", utilizando un modo irónico e hiriente que ellos no merecen.

Eso por no hablar de los reproches con tinte sexista que han salido por sus bocas al finalizar el partido: que si "al año que viene jugaremos en la liga de las niñas", que si "os vamos a cambiar la camiseta y comprarla rosa", y así un largo etcétera. Ha habido hasta quién ha propuesto dejarlos sin el zumo y las patatas de después, como si a Cristiano Ronaldo le dejaran de pagar el día que hace un partido malo. En fin...

Yo, cuando han salido, he cogido a mi niño, le he dado 5 o 6 besos de abuela y le he preguntado si se había divertido, entonces ha cambiado el semblante triste que tenía contagiado por todos y me ha dicho que sí, y que si me había dado cuenta de que se la había quitado al 7. Mientras tanto, un compañero murmuraba algo así como "total, para que luego nos digáis..."

Vamos, que me cabrea, y que entiendo a los niños perfectamente y empatizo con ellos. Debe ser porque todavía soy un poco niña, y me gusta jugar por jugar, bailar como una loca, reirme a carcajadas y hacer alguna que otra travesura de vez en cuando. Y que dure, por Dios, que dure.

Como diría Marian, hoy soy esta canción:

lunes, 22 de marzo de 2010

PRIMAVERAL

A las 18 horas y 32 minutos del sábado, y más o menos mientras abandonaba montada en mi coche la calle Canfranc (cosas del destino), llegaba la primavera de este 2010 que ha sido rico en lluvias y nieves (y lo que te rondaré morena).

Y no he tardado en recargarme. Así, sin más, sólo con la fecha, sólo con el equinoccio, aunque no hiciera sol, aunque hayamos tenido que esperar hasta hoy para que nos caliente, yo ya me había recargado.

Al contrario que a mi colega de blog, a mí sí que me gusta la primavera, me da buen rollo. Ya me he despedido sin pena del abrigo y he sacado la cazadora negra que me acompañará en lo sucesivo.

Las noches son templadas para pasear, y poder sentarte en un banco de una calle cualquiera sin temor a helarte de frío.

Las tiendas se han llenado de colores, de tendencias de temporada, y en los árboles de la entrada de mi trabajo ya han aparecido los primeros brotes verdes.

El corto recorrido que separa la calle paralela a la mía del portal de casa, lo hago caminando despacio, para aprovechar el sol, que me calienta por dentro y por fuera.

Mis niños sonríen, los conciertos me divierten, y las penas parecen menos penas.

La primavera me envuelve, debe ser por ella, quisquillosa, maldita, divertida, por la que tengo una sonrisa tonta en la cara de forma permanente.

O no..., quién sabe.

Seguro que os acordáis de esta canción:

miércoles, 10 de marzo de 2010

Pues yo no puedo...

Que no. Que no me gusta estar enfadada con la gente, ni que la gente esté enfadada conmigo, y menos, por motivos ajenos a mi voluntad, pero al final, una se harta de ser buena.

Creo que desde que nací, y me faltan 3 meses para cumplir los 36, jamás le he negado el saludo a una persona. Quizás es que no me han hecho lo suficiente como para que tenga que tomar esa medida tan drástica, pero bueno, creo que yo tampoco he hecho ninguna putada gorda a nadie para que lo hagan conmigo.

Y encima, cuando se enfadan contigo, se llenan de orgullo y levantan la cabeza al verte pasar, por motivos que no tienen que ver contigo, pues aún cabrea más.

Oye, que lo fácil es decir, pues mira, que me da igual, que esa persona me importa un pimiento, y pasar de todo. Pero cuando sabes que tarde o temprano tienes que encontrártela haces, o al menos yo, hago un intento, porque al menos puedas saludarte y cruzar tres palabras.

Pero no. Parace ser que aunque te rebajes (si es que eso es rebajarse que no lo tengo claro) y des el primer paso, no siempre funciona. Y me cabrea, porque no tengo la necesidad de sentirme incómoda en determinadas situaciones sin querer sentirme incómoda. Así que decido desaparecer, que es más cómodo para mí y mucho mejor. Aunque quede como una perdedora. El orgullo, para los que me importan, los demás, me importa una mierda lo que opinen.

Y por eso, porque hay quien me importa, estaré allí. Yo, ya he hecho un intento. Lo siento, pero no voy a hacer más.

jueves, 4 de marzo de 2010

De lo bueno lo mejor, y de lo mejor lo superior

¿O de lo malo lo peor y bla bla bla?

Cualquiera de las dos me valen, porque no soporto la actitud que tienen determinadas personas de querer destacar por encima de todo. Sea para bien, o sea para mal.

Si tuviste un día nefasto, pinchaste una rueda, tardó en venir la grúa y además se te estropeó la lavadora, no te preocupes, ellos han tenido un día peor, y te lo cuentan con pelos y señales regodeándose en su desgracia.

Si tu parto fue doloroso el suyo fue peor, y además duró 18 horas y además hubo problemas de sufrimiento fetal y les dolió mucho. -Que sí, que me pusieron epidural, pero que no me hizo efecto-, porque todo el mundo sabe que con epidural puede doler tanto o más que sin epidural, por supuesto, y además fue de riñones... -Joder, chica, pues qué mala suerte.

Si te has comprado un apartamento en la playa con piscina y vistas al mar, el suyo es más bonito todavía y encima tuvieron suerte y les salió "supermegabaratoyolé". ¡Qué suerte tienen algunos!

El caso es que no lo soporto, me exaspera, o como dirían algunas me estalanta, porque los tres párrafos anteriores le han sucedido, ¡a la misma persona!

O lo mejor, o lo peor. No hay medias tintas.

Pero lo que directamente me pone de mala leche, es que metan en eso a sus hijos. Porque como todo el mundo sabe, el hijo del susodicho o la susodicha es el que peor duerme, o el que mejor come, o el que antes caminó, o el que más tarde dejó el pañal. Pero no de su entorno, no. Del mundo mundial y parte del extranjero.

Y oye, que no estás todo el día hablando de tus hijos, porque no te gusta dar la lata a la gente con el mismo tema, pero ojo no se te ocurra contar alguna anécdota graciosa, porque bufff, eso no es nada, el mío tararí tarará y tararurá.

Lo siento, no puedo, no lo tolero. ¿Me estaré haciendo mayor?

CABREADÍSIMA

Pues mire usted que el post que iba a escribir hoy se me acaba de joder, porque estoy cabreada. Cabreada como hace tiempo que no lo estaba, enfadada conmigo misma. Porque sí, porque tengo que dejar de mirarme el puñetero ombligo, tener el corazón un poco más noble, y dejar el egoísmo de un lado, porque hay ciertas cosas que no me puedo permitir, porque tengo que pensar más en los demás, porque lo primero es lo primero y además no hay discusión sobre el tema.

Así que estoy enfadada. Las prioridades están muy claras y hoy me las he pasado por el forro, y no me lo puedo permitir. Hoy he pasado uno de los cuartos de hora más estresantes de mi vida, tanto que cuando ha terminado las lágrimas de rabia no han salido porque se habían mudado a otro lugar.

Y además, para nada. Porque todo está claro, cristalino, no tiene visos de cambiar y además a estas alturas es imposible que lo haga. Y me siento gilipollas integral.

Así que o me tomo las cosas como me las debo de tomar engañando a ciertos órganos de mi gilicuerpo o lo mando todo a tomar por el culo pero esto no se puede volver a repetir.

Y no, no me perdono. No me da la gana.

martes, 2 de marzo de 2010

Las canciones de mi vida

Corría el año 1982, naranjito arrasaba y España decepcionaba, y mis primas, mi hermana y una servidora inventábamos coreografías en la cochera de la casa del pueblo. Tenía 8 añitos y la canción era Maquillaje de Mecano. Mecano estaría presente en gran parte de mi preadolescencia y adolescencia como cuando mi hermana y yo competíamos para ver cuál de las dos cantaba más deprisa Barco a Venus.

Poco a poco, fui creciendo y con 12 años hice mi primera y última incursión en la política activa. Fueron las primeras elecciones al consejo escolar y mi amiguísima (a la que no he vuelto a ver) de 6º de EGB y una servidora, le cambiamos la letra a Voy a mil de Olé Olé para hacer campaña. Prometimos incluso una piscina en el colegio. Yo, que fui la elegida, como buena política incumplí mis promesas así que no debí hacerlo del todo mal.

A los 14 apareció el "primer amor", no correspondido por supuesto y amenizado hasta el infinito y más allá por Eros Ramazzotti y su Ahora tú. Cada vez que sonaba, imaginaba que él se caía de la bicicleta y yo le ayudaba a curar sus heridas, XDD. Al menos pude bailarla una vez, con él.

Pasaron los años y llegó el instituto, y el novio. En un año nos plantamos y nos reconciliamos tres veces. Así que cada vez que sonaba Déjame de Los Secretos, nos la cantábamos mutuamente. Nos la seguimos cantando durante los 18 años que estuvimos juntos.

En el instituto conocí a Yoli. Éramos uña y carne, dormíamos juntas, estudiábamos juntas, hacíamos pirola juntas, tomábamos café juntas y escuchábamos a Sabina juntas. Sobre todo Y si amanece por fin.

Me marcó el grupo, me marcaron los domingos cantando, y riendo. Aún escucho las carcajadas de Esperanza cantando aquello de "Me desbordas, me desbordas, me desbordas". Una época de papas bravas, de tardes enteras en el bar, de fines de semana fuera de la ciudad y de canciones como Noches de Boda. Creo que nos aprendimos completa la improvisación de Chavela Vargas.

Un vídeo con tripa que iba creciendo y con una canción de fondo me hacían soltar las lagrimillas allá por el 2003. Serían las hormonas. Era Respiras y yo de Kesia. Claro..., era mi primer embarazo.

Y en abril de 2007 hice algo que jamás pensé que haría. Después de llevar escuchando a Sabina desde que prácticamente tenía uso de razón, D. Pancho, D. Jaime, D. Antonio, D. Pedro y D. José, llegan a mi ciudad para tocar sus canciones y que nosotros las cantemos. Entre la cirrosis y la sobredosis me marqué mi primera canción con ellos en una noche sabinera, por eso es especial. Era Caballo de Cartón.

En el año 2008, en Madrid, una canción indica el principio del fin. Una relación que se agota y Cenizas en el Aire de Ariel Rot.

(Ahora viene cuando me sobrepongo y sigo XDD)

Comidas de cabeza, idas y venidas, y mil canciones en medio. Una de las que más sonó fue Cómo te echo de menos de Alejandro Sanz.

Después de eso, una temporada extaña, algo pasota y nada sentimental me llevaba a escuchar a todas horas Enter Sandman de Metálica.

Desde entonces, muchas, quizás las recuerdo más porque son más recientes. Por ejemplo, después de años oyéndola ahora Eva tomando el sol, sólo me recuerda a una casa nueva, una lasaña y una de las cenas más especiales de todas las que he vivido últimamente.

Y como no, una que suena en mi móvil, pocas veces, eso sí, pero que me hace sonreir cuando lo hace. Es La revolución sexual de La casa azul.

Y hay muchísimas más. Muchas más canciones que me recuerdan a situaciones concretas. Otro día, pongo más. Si tenéis tiempo, escuchadlas. Como dijo Calamaro, la música es el territorio donde nada nos hace daño.

lunes, 1 de marzo de 2010

Si...

Si al menos mis palabras de cariño
tuvieran el poder que mi alma anhela
si pudieran borrarte de la testa
si el reset te dejara como a un niño

Si al menos mis abrazos y mis besos
te acariciaran con ternura el alma
si la piel por lo menos te erizaran
si en ellos encontraras el consuelo

Si la pasión que dictan mis entrañas
tuvieran la respuesta de tus dedos
si las estrellas vieras con un beso,

si la luz que me das se rebotara
si iluminara el fondo de tu sueño
podría cometer algún exceso.