Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol,
hoy la he visto... La he visto y me ha mirado...
¡Hoy creo en Dios!

Gustavo Adolfo Bécquer

Cuando mi madre era jovencita, no tenían televisión, así que pasaban horas y horas con la radio o el tocadiscos encendidos, más aún cuando tuvo que dejar de estudiar.
Mi madre era echada para adelante, y participaba en los concursos de la radio. Una vez ganó uno recitando poesía.

—¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul,
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.

Gustavo Adolfo Bécquer

Llegó la televisión, y dejó de encenderse tanto la radio, sin embargo, mi madre no dejó de recitar. Creo que uno de sus preferidos es Gustavo Adolfo Bécquer. Sé que le gustaba mucho el libro de rimas y leyendas, y algunas poesías de Bécquer, las conocía yo de carrerilla antes de que me tocara estudiarlas.

Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino; ella, por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?

Gustavo Adolfo Bécquer

A veces, me despierto recitando a Bécquer, o cantando a Marisol, o a los Beatles en español, sin ninguna razón. Supongo que mi madre tiene mucho que ver en eso, y aunque ella no me lea, le doy las gracias por eso.