miércoles, 12 de mayo de 2010

Estirando la ropa...

Que la crisis aprieta y no es cuestión de andar todo el día gastando.

Cuando cambiamos de talla, solemos cambiar la ropa, sobre todo si es a una talla mayor, más que nada por la imposibilidad de abrocharla o llevarla sin parecer una ristra de chorizos. Pero si el caso es el contrario, aprovechamos, aprovechamos y aprovechamos. Y luego pasa lo que pasa.

El caso es que andaba yo sobre las 10 y media de la noche metida en el coche, con mi camiseta fucsia de escote redondo, bajo la cual se ocultaba un sujetador blanco demasiado grande de tirantes que no de copa. Así que de sujetar, poquito.

Llovía a mares, y mi acompañante y una servidora estábamos decidiendo si corríamos hacia nuestro destino, o esperábamos a que parara, aunque sabíamos de antemano que la respuesta era correr.

Unos 50 metros, para ser más exactos, bajo la lluvia intensa.

Yo estoy con el guapo subido porque ayer fui a la pelu y me dejaron un flequillo muy mono, y no quería que se estropeara mi peinado, así que he corrido encorvada para que el agua me salpicara el cogote y pisando bien fuerte para que las gastadas tapas de los tacones no me hicieran caerme y montar un espectáculo gratuíto.

Cuando estaba llegando a mi destino, un joven que pasaba por allí, me ha mirado, ha sonreído, me ha vuelto a mirar y ha vuelto a sonreir.

¿Habré ligado? ha pensado mi ego, mientras iba camino de los servicios para arrodillarme bajo el secador de manos.

Allí, he comprobado la triste realidad, corriendo encorvada delante del espejo, con mi sujetador, a veces grande, a veces pequeño, y siempre imperfecto.

Todavía me estoy riendo de la visión. XD

1 comentario:

Anadry dijo...

jajjajajajaj...alégrate, Anita!! que ante esa misma situación yo paso desapercibida!!! DICHOSA DE VOSSS!!!!