Volvía de Barcelona, de un fin de semana estupendo en buena compañía y con buena música. A pesar de que sabía que no debía hacerlo, me fui en el AVE, gastando más dinero del permitido, por si llegar a la hora de la siesta me proporcionaba un café que el alma anhelaba. No fue así.
Para compensar, el regreso fuen en un tren viejo, lento, lentísimo, de estos con un estrecho pasillo a un lado y compartimentos axfisiantes al otro.
Tenía una extraña sensación de tristeza, aunque me avergonzaba reconocer que estaba decepcionada por gastar mi viernes en paseos estúpidos hasta que Marta saliera de trabajar.
Te llamé y te pregunté su teléfono. El de ella, aunque me daba igual hablar con ella que contigo, siempre ha sido así. Sólo necesitaba una excusa para salir de aquel compartimento claustrofóbico y distraer a la tristeza charlando de vanalidades.
Cuando colgamos, me acerqué hasta el vagón-cafetería. Había 6 mesas, todas ocupadas. Mi dirijí hacia una en la que un chico de unos 30 años, así, a ojo, leía un libro, y le pregunté si le importaba que me sentara.
Mientras él leía y suspiraba, mostrando así lo que le aburría la lectura, yo hacía lo propio cuando las letras no encajaban en los cuadraditos del autodefinido. Acabamos cambiando su "Pedro Paramo" y mis pasatiempos por una charla muy amena.
Antes de ayer, me preguntabas si sabía por qué en "Peces de Ciudad", Sabina nombraba Comala y Ana Belén Macondo. Yo no lo se, pero no deja de ser curioso que se llamara Gabo, el chico del tren que intentaba leer "Pedro Páramo".
Vídeo: Pancho Varona, canta Peces de Ciudad.
4 comentarios:
Que gracia! Yo leía Pedro Páramo en un tren entre Salamanca y Barcelona hace ya la tira de años...
Un abrazo.
Muy bonito, Ana.
Me ha gustado mucho.
Un besote!!
Es una alegría veros a las dos por aquí, de nuevo.
Besos a pares
por algo dice el padre de aureliano buendía que el mundo habrá terminado de joderse el día en que el hombre viaje en primera y la literatura en el vagón de carga
besos preciosa
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