martes, 7 de mayo de 2013

La gota que colmó el vaso




Mientras volvía del trabajo a su casa, sólo tenía en mente una camiseta de tirantes. Después de un frío invierno, los primeros rayos de sol calientes la acompañaban durante todo el día, pero no podía disfrutar de ellos y necesitaba recargar pilas tumbándose al sol de las 7 de la tarde, ese sol, que en Mayo ya no quema, sólo reconforta.

La cafetería del centro comercial en la que trabajaba, era muy pequeña, apenas había sitio para dos camareras detrás de la barra y siempre había cola para pedir café para llevar, ya que la mayor parte de los clientes eran trabajadores del centro comercial. Tenía una amplia terraza en que que se sentaban durante 15 minutos empleados de otros establecimientos que aprovechaban el descanso para fumar un pitillo y tomar un café bajo los rayos del sol.

Ella no tenía descanso. Normalmente estaba sola, porque la dueña del establecimiento no podía permitirse tener a dos camareras entre semana, y a veces, no podía bajar ni a hacer pis ya que para ello tendría que cerrar y echar a la gente de la terraza. A veces comía un bocadillo deprisa y corriendo, a veces no. Y a pesar de que no disfrutaba del sol siempre tenía calor a causa de las abrasadoras máquinas de café, las planchas para los croisants y que la puerta se abría constantemente. Así que, mientras volvía a casa sólo podía pensar en su camiseta de tirantes, sus pantalones cortos y una hamaca en la terraza de su casa esperándole junto a su libro favorito.

Tardó poco rato en encontrarla, se dio una ducha reparadora, se calzó una sandalias de verano y se tumbó en la hamaca con una cerveza al lado. Habría sido perfecto de no ser por la maldita nube que cubrió el cielo en el preciso instante en el que ella se llevaba el primer trago de cerveza a la boca.

¡Mierda! - gritó mientras se dirigía al borde de la terraza. Se quedó mirando primero al horizonte, después a la calle. ¡Todo le parecía tan pequeño! La gente paseaba sin observar su entorno, embebidos en el micro mundo de sus teléfonos móviles, ¡Iba a ser una tarde perfecta! - murmuró. Entonces lo vio claro. Lo último que se escuchó decir a si misma mientras se dejaba caer al vacío fue: ¡Esto es la gota que colma el vaso!

1 comentario:

Silvia dijo...

Qué mala suerte!!!! Pero así es la primavera...impredecible...