Me sorprendo haciendo oídos sordos a los consejos de la gente. He perdido el miedo a las rúbricas y a los compromisos desde que sé que ni los unos, ni los otros significan demasiado.
El final de todo está lo suficientemente lejos y a la vez lo suficientemente cerca, como para que decidamos dedicarnos solamente a respirar.
Me importa un bledo ver cortar las barbas de mi vecino, y me he apuntado a un curso on line de natación sin guardar la ropa.
He aprendido que el amor no depende del tiempo, que el cansancio es relativo y que los objetivos no tienen tanta importancia como la forma de llegar a ellos.
No es mérito suyo, sólo me ha abiertos los ojos y ahora pienso diferente.
2 comentarios:
Diga usted que sí, que cuando nos queramos dar cuenta esto se ha acabado y ya no hay vuelta atrás. Los objetivos son, en muchos casos, los culpables de la frustración y no hay que tomarse demasiado en serio las cosas que nos puedan frustrar
Por cierto, ¡cómo me jode eso de demostrar que no soy un robot! Normalmente me cuesta varios intentos meter correctamente los caracteres de verificación. Antes era una sola palabra y ya la cagaba; ahora con dos, ni le cuento. No tiene usted la culpa, ya lo sé. Y me ocurre con todos los de blogger, pero me ha dado por decirlo aquí, ¡qué le vamos a hacer!
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