miércoles, 7 de septiembre de 2011

El paquete de Smint (o como darse cuenta de lo que no necesitamos para vivir)

Hay una razón, y yo diría una única razón de peso, para salir de casa un día que no te apetece nada, que además estás fastidiada del estómago y que estás tranquila y a gusto en el sofá: Te has quedado sin papel higiénico.

Ya, ya sé que hay gente que nunca se queda sin papel higiénico, ni sin tabaco. Personas previsoras. Yo no soy de ésas personas. De hecho, yo nunca llevo pañuelos de papel en el bolso, dinero en la cartera, ni un neceser pequeñito con máscara de pestañas por si las moscas.

Así que me ha tocado salir. A las 8 de la tarde y con un calor tremendo para estas fechas.

He pensado en ir hasta Mercadona, que aunque me cae un poco más lejos de casa que el Lidl, (cinco minutos más lejos para ser más exactos), tiene más artículos de higiene y así aprovechaba para comprar un par de cepillos de dientes y pasta dental que también me hacían falta.

Pero, cosas del destino, al llegar a la altura del lidel, el semáforo estaba verde para los peatones, así que he cambiado mis planes sobre la marcha.

En la puerta del lidl siempre hay alguien pidiendo limosna o vendiendo La Farola y todo el mundo pasa de largo sin mirar (yo incluida), así que eso es lo que he hecho y he entrado a comprar.

Al final, además del papel he cogido una docena de huevos, un paquete de morenazos, azúcar, dos cepillos de dientes, un tubo de pasta (de dientes), pan de molde y un paquetito de bífidus para beber de marca blanca.

Total de la cuenta: 8,04.

Como he dicho antes, nunca llevo dinero en la cartera, así que he sacado la tarjeta y el carné de identidad, toda confiada, recibiendo por respuesta un "no se puede pagar con tarjeta menos de 10 euros".

¡Horror! Una fila de escándalo, la cuenta a medio hacer, y yo que le digo a la chica que qué hago. Sin perder la paciencia me responde que o dejo la compra o entro a por algo más, y mientras valoro la situación, oigo desde la estantería de la línea de cajas un pack con dos paquetitos de smint que me llaman por mi nombre.

En medio segundo evalúo las ventajas y los inconvenientes. A ver: me ahorro volver a entrar, me doy el capricho de los smint que hace tiempo que no me doy un capricho y antes estaba enganchada a ellos, están muy baratos (dos cajas cuestan lo que antiguamente una), me encuentro mejor del estómago así que no me harán daño, además, con suerte igual alguien por la calle, me coge y me planta un beso. Todo ventajas, cero inconvenientes.

Listo, con el pack de smint, la cuenta sube a 10,98. Pago y me voy.

Cuando salía por la puerta, me ha abordado medio a gritos el chico que vendía La Farola. Negro como el tizón y flaco como un espaguetti, me ha dicho un montón de cosas que no he comprendido en 2 segundos mientras yo abría el primer paquetito de smint. Con toda la amabilidad que he podido, le he indicado que no quería el periódico y entonces, me ha pedido un caramelo.

A veces, mis manos van más rápido que mi mente, así que ni corta ni perezosa, le he plantado en la mano la caja entera, le he dicho "pa ti todo" y me he puesto a abrir la segunda caja.

Mientras la abría, y desde un ángulo no del todo bueno, observaba cómo el chico parecía pelearse con la caja, hasta que he comprendido que no tenía ni pajolera idea de cómo sacar los caramelos de allí dentro. Pero cuando he ido a explicárselo, ya estaban todos por el suelo.

Me he puesto a pensar en el tiempo en el que yo estuve enganchada a estos caramelitos. Parece que no podemos vivir sin algunas cosas, que otros sin embargo no han visto en su vida. Me hubiera dado lo mismo darle la caja a un bebé porque el resultado hubiera sido idéntico.

Como dice J., no hace falta haber estado en Nueva York para tener una idea de cómo es, sin embargo, éste chico no había estado nunca ni cerca de un artilugio parecido.

Me he marchado, eso sí, con mi paquete de smint intacto, rezando porque hubiera quedado alguno dentro de su caja y sin mirar atrás, casi segura de que los estaba recogiendo del suelo.

4 comentarios:

Juan Castelló dijo...

Muy de tu estilo, la anécdota y el relato. La próxima vez, redondea con dos cajas de leche mejor.

Labegue dijo...

Es que con la leche no te plantan un beso :)

pcbcarp dijo...

A veces uno tiene la sensación de ser superfluo en este mundo. Momentos de iluminación.

Labegue dijo...

Hombreeeee, pbcarp!!

Agradecida y emocionada, solamente puedo decir, ¡gracias por venir!

Después del momento musical, decirte que algunas veces me pasa, y creo que no he conseguido expresarlo con claridad, pero el que da lo que puede no está obligado a más.