domingo, 13 de junio de 2010

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Se confunden en mi hogar los olores, sabores y dolores. Un par de meteduras de pata me mantienen amoratada y dolorida. Pero es un dolor soportable, porque sólo es físico.

El negro de mi codo hace juego con la tinta de calamar de los espaguettis y las mañanas con café con leche y tostada completa me mantienen con las pilas cargadas.

He vuelto a dormir la siesta, he vuelto a ver la tele. Mis vicios se limitan al tabaco y poco más.

La tranquilidad me la proporciona el no tener la losa de la durabilidad sobre mi cabeza. Éso hace que me relaje y que pueda disfrutar de la comida caliente de cuchara, de acostarme temprano y de cerrar los ojos viendo una película.

Las ventanas están abiertas, el sol entra sin llamar y ya no me preocupa si dejé la puerta cerrada o abierta.

Por una vez no tengo miedo. Y además, sigo sintiéndome libre.

2 comentarios:

La Lola dijo...

Per saecula saeculorun... amen

Cristina dijo...

Es la primera vez que piso este lugar y lo primero que me he llevado conmigo es el olor a tostadas recién hechas y a dolor.

¡Qué importante es no tener miedo!
Y sobretodo, sentirse libre aunque tengas 1000 motivos que te hagan pensar lo contrario.

Seguiré paseando por aquí, un beso madrugador.