lunes, 15 de junio de 2009

El chico de la kangoo

Como muchos de vosotros sabéis, he estado no hace mucho de mudanza. Ahora me toca otra, pero es menos, sólo llevar cajas de un lugar a otro, pero la anterior fue dura.

No se trataba sólo de embalar, sino de seleccionar. Y eso implica tirar recuerdos.

No es fácil. Tienes que decidir, con qué te quedas, y qué desechas. Así que yo, mujer de extremos por excelencia, decidí tirarlo prácticamente todo, porque los papeles, son papeles, pero los hechos quedan en la cabeza.

Así, fui sacando poco a poco del baúl de los recuerdos, que diría Karina, un montón de cosas inservibles pero todas con un valor sentimental más o menos importante.

Apareció aquel paquete de nobel, con un cupido de tarta de San Valentín dentro, y que me recordaba una noche horrible en el otoño del año 2000. Aparecieron también más de una docena de entradas para el fútbol, sobre todo de aquellos años en los que el Zaragoza hacía un juego tan maravilloso que le permitió ganar aquella recopa del 95 en el Parque de los Príncipes de París. También muchísimas entradas a conciertos, casi todas de Sabina, que podían ordenarse cronológicamente sin saltarse prácticamente ningún año. El diario de Guía, en el que íbamos anotando de críos todas las especialidades que conseguíamos, y una carpeta con un montón de canciones de misa con los acordes de guitarra puestos sobre las letras correspondientes.

Sin embargo, uno de los que más me gustó, fue el cuaderno en el que estaban anotados los nombres en indio de todos y cada uno de los asistentes a aquel campamento. Sí, aquel en el que la Espe y yo misma, bajamos al pueblo en minifalda y un sujetador hecho con una tela, adornando nuestras cabezas con dos plumas ajenas a las miradas de los lugareños. Aquel en el que había un niño de unos 8 o 9 años que era igualito al tío del anuncio de la kangoo. Uno de mis mejores campamentos.

Quizá sea por eso, por lo que aunque los recuerdos estén ya en la basura, esta tarde, al volver de trabajar, y parar en un semáforo detrás de una kangoo, en mi boca, se haya dibujado una sonrisa.

4 comentarios:

Luji dijo...

decidí tirarlo prácticamente todo, porque los papeles, son papeles, pero los hechos quedan en la cabeza.


Ves? Ahí está la diferencia...por eso yo cargo tanto papel XD

Recuerdos!...Y pensar que nuestro mañana serán recuerdos!
Animo

Si tu supieras dijo...

Es liberador renovarse;esas cosas solo las cosigues con una reforma,una mudanza o poca pereza...y como yo soy una perezosa q no se ha mudado nunca....jajajaja

Felicidades por la nueva energía
Muchos besosss

Alhuerto dijo...

La ventaja de todo esto es que el nuevo armario que necesitarás no deberá de ser tan grande.

Yo no solo no tiro nada, sino que además no recuerdo donde lo guardo. Es como si lo tirara vamos. :P

Las mudanzas que pesadas son.

Besos bochornosos.

P.D: Felicidades por vuestro ascenso a Primera...el infierno solo ha durado un año. xD

cristal00k dijo...

Y es que recordar, es un poco volver a ese momento.
A mi me cuesta tirar, pero cuando me pongo también soy implacable. Lo malo, es que después muchas veces me arrepiento...