jueves, 6 de noviembre de 2014

A pesar de la luna

Es inmenso el vacío de palabras que se agolpan en mi cabeza. Tan inmenso que los dedos ya no vuelan por el teclado escribiendo solos sin apenas pensar. Ahora reflexiono, reposo, busco metáforas escondidas entre mis sentimientos pero de momento voy perdiendo en este estúpido juego de volver a escribir.

No tengo claro qué fue antes; no sé si el vacío me condujo al silencio o al revés, si fue el silencio el que hizo que dejara de saber hacer cosas que antes eran como un juego de niños para mí.

Salgo al balcón y busco la inspiración en la luna llena o casi llena que me contempla desde su privilegiada situación, pero sigo sin encontrarla. Necesito muchos ratos como este para que todo vuelva a ser como antes.

¿Añoranza? Es posible, aunque también es posible que esa etapa en la que desnudaba mi alma por estos lares haya pasado y no vuelva jamás, es posible que ya no lo necesite, que no me aporte nada, que no me llene o que no haya nadie esperando para leerlo.

Todo esto ha pasado por mi cabeza esta mañana durante 5 segundos, mientras en el móvil de mi compañero sonaba "Cerrado por derribo".  Muchas veces pensé en titular así mi última entrada y unas cuantas tuve el borrador con el título, sólo el título escrito y nada más, porque me resisto a eliminar esta parte de mí, este lugar al que siempre puedo volver cuando sienta que tengo algo que contar.

Me cuesta explicarme, expresar con palabras y sobre todo me cuesta cerrar la entrada de tal forma que quede redonda, que todo vuelva al principio, perfecto, brillante. Será porque tengo la cabeza llena de cotidianidad y vacía de palabras. A pesar de la luna.